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Revista Cine
Han pasado casi cuarenta años desde la primera entrega - nadie lo diría, viendo a Tom Cruise en pantalla - y de la manera más improbable a alguien se le ocurrió realizar una secuela que ha resultado ser una de las películas más taquilleras de la historia, hasta el punto de que ha resucitado para muchos el apetito de acudir a las salas de cine para contemplar una historia que luce espectacular en la pantalla grande. Top Gun: Maverick apela a todo momento a la nostalgia de la anterior, aunque tampoco hace falta haberla visto para seguir su sencilla trama, que cuenta con el consabido argumento del héroe ya maduro y cansado que tiene que volver a realizar su última y más difícil misión. Lo más sorprendente de todo es el éxito que ha tenido la película sin salirse ni un ápice del espíritu ochentero, de pura aventura - y sacrificio patriótico - de su predecesora, como si el público quisiera dejar atrás el discurso ideológico y pedagógico que ha adquirido el cine en los últimos años. Aquí todo es pura diversión sin más pretensiones que la diversión misma y esto es algo muy de agradecer, pues se está dando lo que se promete en grandes dosis, un espectáculo tan magnífico como vacío, pero deja un buen sabor de boca al espectador que solo pretende evadirse de los problemas cotidianos en la oscuridad de la sala de cine.