Seguimos con nuestro ranking, que ya estamos a punto de terminar. Y hoy nos toca la medalla de plata, que se la llevan, y muy merecidamente, los dos de la imagen. Frodo y Sam son los protagonistas de una de las más clásicas e inolvidables aventuras épicas que jamás se hayan escrito, y que no deberíamos ni tener que mencionar su título, pero lo haremos... en El Señor de los Anillos, ambos comienzan siendo criado y señor, algo así como un caballero noble y su escudero. No es que Sam este muy interesado en vivir ninguna aventura, la verdad es que él preferiría quedarse en su Comarca, tranquilo, cuidando su jardín, comiendo todo lo que se le antoje y durmiendo en su cómoda camita. No acompaña a Frodo por ver mundo y vivir peligrosas aventuras, como sí lo hacen sus inquietos primos Merry y Pippin, sino porque Gandalf le indica que debe acompañar a su señor Frodo para ayudarle en cuanto se menester. Pero esta aparente relación de subordinado y superior esconde en realidad, mucho más. Pronto, nos damos cuenta de que, aunque no parezca el compañero más apropiado para un viaje tan peligroso, ni sea el más listo, el mejor luchador o el más hábil, Sam posee en realidad muchas cualidades que hacen de él el mejor escudero que se pueda desear. Quizá no sea especialmente inteligente, pero es concienzudo, prudente, y piensa mucho lo que hace. La suya es la sabiduría popular de la gente sencilla, que a veces, es mejor que la de los libros. Quizá no sepa esgrimir una espada, y no tenga la fuerza o la técnica necesarias, pero desde luego, en su corazón, no le falta valor para ello. Y desde luego, es el amigo más leal y bueno que te puedas encontrar, y eso cuenta más que nada cuando uno va a realizar una misión tan llena de peligros como destruir el Anillo Único. Frodo sin duda aprecia todas estas cualidades de Sam, y aunque en más de una ocasión le intente mande de vuelta a casa, no lo hace porque ya no quiera su compañía, sino porque preferiría que su amigo estuviera a salvo en su hogar en vez de pasando todas esas penurias. Frodo es muy consciente, e incluso llega decirlo con esas mismas palabras, de que no habría ido tan lejos sin Sam.
A lo largo de la trilogía, su amistad sufre sus altibajos, sobre todo por que, al ir avanzando hacia Mordor, Frodo siente cada vez más el peso del Anillo y de su misión, y eso no deja de afectar a su carácter. Junto a ellos, asistimos a cada paso de su peligroso viaje, compartiendo momentos divertidos, como cuando beben con Merry y Pippin; o momentos de sencilla complicidad, como cuando Sam se detiene en un trigal y declara que, si da un paso más, será lo más lejos que habrá estado de su hogar en toda su vida, y Frodo lo anima a seguir adelante poniéndole la mano en el hombro. Tenemos momentos de gran solemnidad, como cuando Sam da su hermoso soliloquio sobre las grandes historias, que tanto me emociona, o momentos en que todos tuvimos con ellos el corazón en un puño, al final de la trilogía. No creo que no haya nadie que no haya echado una lagrimita, o al menos, sentido un nudo en la garganta, cuando Sam se echa a Frodo al hombro diciendo que cargar con el Anillo no puede, pero si con él, o cuando lo salva de correr el mismo destino que el Anillo único y fundirse con el fuego del Monte del Destino en Mordor. La reunión de los dos amigos, cuando Frodo se recupera ya de su larga y penosa aventura, es la muestra de que un buen amigo, uno leal de verdad, no solo se queda contigo durante todo el camino, ayudándote a sortear cada obstáculo, sino que también comprende cómo semejante experiencia ha podido cambiarte. Al final, en la encrucijada de la vida, los caminos de estos grandes amigos se separan, cuando Frodo parte con los elfos a cruzar el mar, en busca de las Tierras Imperecederas. Sam permanece en la Tierra Media, en su Comarca, junto con la familia que ha formado, su esposa Rosie y sus dos hijitos. Pero recibe de su amigo el mismo regalo que Frodo recibiera de su tío Bilbo: el libro, el diario donde Bilbo ya relatara sus aventuras, donde Frodo contó las suyas, y que ahora Sam podrá llenar con su propia historia. Porque las grandes historias, como sabemos, nunca terminan, sino que se hacen más hermosas y grandes, más épicas, con cada uno que las cuenta.
Frodo y Sam son un par de vícitmas comunes del llamado slash, el género de romance homosexual tan querido por algunos escritores de fanfiction. A mi me repugna la idea, y no me entendáis mal, por favor. No tengo nada en contra de gays y lesbianas, todo lo contrario: estoy 100% a favor de la libertad de cada uno para vivir su vida afectiva y sexual como le plazca, y desarrollar como quiera su identidad sexual, que es algo mucho más complejo de lo que en principio nos creemos (algún día deberíamos hablar de ello) y también estoy totalmente a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, dado que entiendo en matrimonio como un compromiso entre dos personas, me da igual si son del mismo o distinto sexo. Pero me repugna ese género precisamente porque creo que hace daño a la hora de dar una imagen sana y normal de la homosexualidad, y encima, sus víctimas sueles ser parejas de varones que, en la ficción que sea, son tan buenos amigos como ellos. Vuelvo a lo mismo, señores, ampliemos miras y desterremos estereotipos: dos hombres pueden quererse, tocarse, y sentir un gran cariño el uno por el otro sin que por ello tengan que ser gays automáticamente (y si lo son, ¿a quien carajo le importa?) Esto es lo que hace vivir en una sociedad machista, que no solo margina a la mujer, sino que coarta la afectividad del varón y le impide expresar sus sentimientos sin temor a la homofobia. Pero cambiemos ya de tema, que me voy por las ramas. Para mí, Frodo y Sam son todo lo que dos buenos amigos deben ser: son compañeros de fatigas, que, al enfrentarse al mayor y más difícil reto de sus vidas, lo hacen juntos, apoyándose siempre el uno en el otro. Viven juntos las dificultades y penalidades del viaje, lloran juntos cuando han de hacerlo, y también ríen y celebran juntos cuando toca, cuando han llegado al final del camino y logrado su objetivo, después de tanto por lo que han pasado juntos. La lealtad y el cariño mutuo de Frodo y Sam dificilmente se ve en otros personajes, y tal vez, sin su amistad, y sin haber trabajado juntos, no habrían logrado destruir el Anillo Único. Por todo ellos, merecen un buen puesto en este nuestro ranking, y esa medalla de plata. Y aquí lo dejamos por hoy, cerrando con un vdeo como siempre. Pero nos veremos pronto. ¡¡Un saludo y besitos a todos!!