Si como se suele decir, los tópicos siempre encierran al menos un 50% de verdad, después de haber vivido un año en Salerno, punto costero a la altura del empeine de la bota, me atrevería a decir que en el caso de Italia, el porcentaje bien podría ascender al 75%.
Paseé muchas veces por las calles de Nápoles, por la cercanía, y por una especie de amor a primera vista que tuve con la ciudad. Nápoles tiene un olor especial, y no me refiero al vapor que emana de la inmundicia callejera, sino a que hay algo, en el aire, en el ambiente, que hace que desde el primer impacto la ames o la odies.
En estas visitas me crucé con muchas caras y quizá detrás de alguna de ellas se escondiese algún compare*, pero jamás identifiqué a ningún Al Capone ni Corleone. Ni rastro de matones trajeados con gafas de sol y pistolas.
La mafia existe. Así al menos lo corroboran la mayoría de personas a quienes pregunté. Y no sólo la Camorra, también la Cosa Nostra (Sicilia) o la Ndrangheta (Calabria) son muy sonadas. Aún así, he 
Igualmente es común oír aquello de que los españoles y los italianos somos hermanos. Pues bien, yo diría que quizá primos, segundos… pero por suerte ambos sí compartimos el calor y el afecto mediterráneo. Además, gracias a su despliegue de gestos y movimientos de manos, expresiones como “Ma che cosa?”, “Che palle..”, “Buono!!”, “Furbo”, “Andiamo…” y un largo etcétera., no tienen ni tan siquiera que ser traducidas para entender su significado. Eso sí, no caigamos en el tópico de que el italiano se aprende sólo; una cosa es llegar a entenderse, y otra es hablarlo, sobre todo, hablarlo bien.
La comida es uno de los grandes placeres italianos. Así como en la pizza, el secreto está en la masa, en el resto de recetas de pasta, el secreto está en el modo. Los italianos, meticulosos y detallistas por naturaleza llevan, la mayoría, un pequeño chef dentro de sí que hace que pasar horas delante del fuego vigilando una salsa de tomate o añadir cazo a cazo el caldo para un risotto no sea un deber, sino un querer. De ahí que no haya paladar que se resista a una parmigiana o un plato de pasta al sugo o risotto alla zucca. Por no hablar de los dulces: la pastiera napolitana, la tartacapresa o el helado de ricotta e pistacchio, tres de mis perdiciones.
Aunque el círculo culinario podría hacerse eterno, son bravos y brutos como ellos solos, el broche final lo pone siempre un bel caffé, “agitado, no batido”. Bajo ningún concepto uno chafa el café o escatima en la cantidad; se hace una montañita hasta que los granos van cayendo por sí solos poco a poco, fuego al mínimo y remover y azucarar antes de servir. Si es en una cafetería napolitana, café no apto para cardiacos, la taza estará ardiendo.
Y ¿qué hay de la mama italiana? Para la madre italiana, el progenitor siempre será un proprio cucciolo al que amamantar y cuidar. Aunque este roce ya la treintena, el vínculo madre-hijo es tan curioso, y a veces pesante, como verídico.
Para terminar, decir que cuando cada cruce se convierte en un reto para los conductores y cada paso de cebra es un desafío para los peatones, podría ser indicativo de que algo no marcha. Sin embargo, ellos se entienden. Tal y como se piensa, los motorinos son los reyes de las calles del sur de Italia; Vespas, de todos los modelos habídos y por haber, y alguna que otra Scooter. Y lasmacchinas, en el norte. En el sur, las macchinillas, pero es asombrosa la cantidad de gente que puede entrar Fiats diminutos y Smarts.
Con más multas por exceso de velocidad y por no llevar el cinturón, y menos descuentos por pronto pago y pa la saca! en los transportes públicos, las arcas estatales encontrarían una buena fuente de liquidez. Sin embargo, comentar las jugadas berlusconianas, es arena de otro costal…
* Compare:padrino,capo Ma che cosa?:qué?, Che palle:qué coñazo, Buono:bueno, Furbo:listillo, Andiamo:vámos proprio cucciolo:cachorrillo Bravo:bueno Brutto:feo Macchina:coche
SARA SÁNCHEZ
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