Esta figura se llama así (del gr. «tópos» = lugar), porque sirve para describir lugares de una manera tan viva que parece que los estamos viendo. Tal es la descripción del Seol en Is. 14:9–12; 30:33; la de los nuevos cielos y la nueva tierra, en Is. 65:17, etc.; Ap. 21:1 y ss.; la de la futura gloria de Jerusalén y del país, en Is. 33:20, 21; 35:6–10; Sal. 46:5, 6; 60:6–9.En el Sal. 89:12, la descripción muestra que los puntos cardinales se sitúan con referencia a Jerusalén (excepto, quizá, en partes de Ezequiel, escritas en Babilonia). El «Tabor y el Hermón» señalan respectivamente el oeste y el este.Los nombres de los lugares, en Is. 10:28–32, nos ofrecen el curso de la invasión del país por el rey de Asiria. El «Mar», es decir, el Mediterráneo, es frecuentemente mencionado para describir el oeste, por su situación topográfica (v. Nm. 2:18, en el hebreo; Jos. 16:5, 6; Ez. 42:19, en el hebreo). Sin embargo, en Sal. 107:3, donde el vocablo hebreo para «sur» es «yam» = mar, la referencia es, sin duda, al Mar Rojo, con lo que se pone maravillosamente de relieve la liberación de Egipto a través del Mar Rojo. En Sal. 72:8, por otra parte, hallamos la expresión «de mar a mar», es decir, desde el Mediterráneo hasta el Mar Rojo y el Golfo Pérsico (comp. con Ex. 23:31).
A veces, la descripción de un lugar es añadida para implicar una enseñanza o suministrar información, como en Jn. 6:10, «y había mucha hierba en aquel lugar», y en Hch. 8:26, «Es un desierto», para dar a entender que, para un fiel siervo del Señor, poco importaba si tenía que ejercer su ministerio en una populosa ciudad (v. 5), dando gozo a las muchedumbres (v. 8), o en un desierto para evangelizar a una sola persona (v. 26). V. también Is. 65:17–25; Jl. 2:3; Lc. 16:24–26; Jn. 11:18.