Revista Opinión

Toque de queda y estado de excepción. Pero qué malos son los tiempos que corren

Publicado el 21 febrero 2012 por Romanas

Toque de queda y estado de excepción.  Pero qué malos son los tiempos que corren. Estos son los términos de la partida: de un lado, la policía y, si es necesario, el ejército, del otro, la pobre y triste carne de los explotados de siempre, en medio, debería de estar la justicia, los jueces, para decirles “basta” a los de la porra y el fusil, y en el Congreso, eso que llaman poder legislativo, los diputados, los políticos, ésos que tienen por función, misión y obligación hacer leyes justas que proejan a los ciudadanos. Esto es en teoría, porque, en la práctica, lo que hay son esos chulos de putas de cada casa que han soñado siempre con tener licencia para golpear, para lisiar, para matar, cuya vocación es apalear a todo el que se le ponga por delante, como digo, es lo peor de cada casa, gente que odia a todo el mundo por estar aquí, por vivir, por respirar, por aspirar a colocarse y trabajar, casarse y tener hijos y vivir una vida corriente y que, además, lo pide respetuosamente a las autoridades pertinentes, tal como manda la ley, y luego, los muy ingenuos, piensan que realmente pueden hacerlo porque aquellos guardias de la porra, tan bien pertrechados, tan serios, tan malencarados, cuya solo presencia no es que dé miedo, es que aterra, les van a proteger contra las agresiones de los fachas de siempre, de esos que intentaron ingresar precisamente en las fuerzas armadas y no lo consiguieron por falta de preparación, porque nunca quisieron estudiar, nunca trataron de aprender las reglas de la convivencia normal, porque siempre pensaron que por ser hijos de sus padres, ay, sus padres, tenían derecho preferente a todo: a que los colocaran a dedo en sitios como éstos de ahora, en donde unos niñatos que sólo se preocuparon de hacer deporte y gimnasia, de conseguir en sus vientres la famosa tableta de chocolate y, ahora, comprueban que nos les va a servir de nada tanto ejercicio, tanta gimnasia, tanta preparación física, porque estos jodidos tipos de arriba ahora exigen además que aprendan textos legales y normas muy estrictas para su actuación, cuando de lo que se trata es, simplemente, de arrear badana a todos esos rojos de mierda, que quieren precisamente lo mismo que ellos, vivir sin trabajar pero que no son hijos de sus padres. En todo caso, piensan los ingenuos de las primeras filas, un par de coscorrones nunca vienen mal, es posible que te tengan que dar puntos de sutura, pero, al día siguiente, presumirás en la Facultad o en la Oficina ante la admiración de los compañeros que no se atrevieron, precisamente ayer, a pisar siquiera la calle. No esperaban, en modo alguno, que la represión fuera tan salvaje, que la sangre corriera tan abundantemente, que los guardias se cebaran con ellos como si tuvieran alguna cuenta que saldar después de tanto tiempo sin usar las porras. Y los ingenuos fueron a las comisarías y a los juzgados a denunciar los hechos, todavía no se lo creen, los policías de guardia se rieron de ellos, “pero ¿qué pasa, chicos, que os han dado un poco de badana?, ha sido sin mala intención, sólo para que entrarais en calor, hace tanto frío”. Y en los juzgados aún fue peor, no encontraban a los oficiales de guardia y cuando aparecieron lo hicieron visiblemente enfadados por hacerles trabajar tan estúpidamente, “coño, ya se sabe, si te manifiestas y lo haces como es normal, tienes que correr delante de los guardias y aguantar los palos, si te alcanzan, ¿o es que crees que eso de manifestarse es de balde?”. Y cuando exigiste ver al juez, todavía no te lo crees: “que les han pegado con las porras, dicen, ¿para qué creen ustedes que hay guardias armados?, precisamente para eso, para evitar desórdenes, que es precisamente lo que ustedes estaban haciendo, desórdenes, o sea que los guardias han hecho lo que debián de hacer”. Y, en el Congreso, rl PP ha presentado una proposición de ley para regular las huelgas de tal manera que no valga la pena no ya intentar celebrarlas sino tan siquiera convocarlas. -Pero, oiga, que el derecho a la huelga no sólo es constitucional sino que está incluido entre los derechos humanos universales. -¿Derequé? Oiga, pero ¿es que u. todavía no se ha dado cuenta que estamos ya en una fase absolutamente prefascista, derchos humanos, pídale v. a Dios que a Rajoy no se le ocurra prohibir no ya manifestaciones, sino tan sólo salir a la calle después de cenar. -Pero eso sería tanto como aprobar el toque de queda y el estado de excepción. -No apure v., joel, que todo se andará. No lo dude usted.


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