Toreando a los ciudadanos

Se supone que los seres humanos somos seres racionales, aunque en muchas ocasiones nos comportemos como animales. Y digo "se supone" porque, desde nuestro superior raciocinio, somos capaces de justificar el daño que se causa a un animal bajo el argumento cultural o el de la "fiesta nacional".
El Parlament catalán ha aprobado prohibir las corridas taurinas en Cataluña a partir del año 2012, y con esta aprobación volvemos a ser testigos de un nuevo brote de esa hipocresía y doble rasero que tan bien practica el Partido Popular liderado por Mariano Rajoy. Al eterno aspirante a Presidente del Gobierno, el que quiere incluir el "prohibido prohibir" en su programa electoral, esto de que una comunidad autónoma prohíba lo que se permite en otras no le parece normal. Sí le parece normal, en cambio, que su partido recurra una treintena de artículos del estatuto catalán, mientras los calca y aprueba en los estatutos valenciano o andaluz, o que su partido hubiese propuesto y aprobado prohibir las corridas de toros en Canarias, allá por el año 1991. Ya se sabe: las islas afortunadas no son Cataluña, electoralmente hablando.
Son solo dos ejemplos de esa coherencia practicada por este partido que tantas lecciones nos da sobre lo normal y lo anormal, que tanto alimenta a los nacionalistas y a los independentistas con cada una de sus incoherencias, que siempre utiliza todo lo relacionado con Cataluña para enarbolar su españolidad. No estaría de más que algún día los políticos incluyesen, en sus programas electorales, "prohibido torear a los ciudadanos". Ganaríamos todos.