Ese mundo en el que, como señala nuestro hombre de San Martiño: "el hombre y el medio son solidarios hasta en la fisonomía. El habitante y lo habitado modelan el ambiente, hasta el punto de que el observador no distingue donde empieza el perfil de uno y termina el rostro del otro."
Sigue nuestro viajero hacia el sur, y nos habla de un país, en el que "la tierra alentejana puede contemplarse todavía en su estado original, virgen, expuesta y abierta".
Un país, el de Torga y el nuestro, en el que "
Abrazo con una ternura primaria las leguas y leguas de una arcilla que sigue estando disponible incluso cuando todo parece estar sembrado. Aquí todavía puede nuestro cuerpo tocar ese barro de que Dios lo hizo" Hermoso, ¿Verdad?