Por Navidad, empiezan las matanzas. Al rayar la mañana, la paz de la población se altera de repente. Un grito acuchillado irrumpe del silencio. Días después se descuartiza al bicho y un palio de embutidos cubre la chimenea del hogar [...]
El que no haya comido todavía estos manjares embuchados, que los pruebe y va a encontrar en ellos el sabor de los infiernos pasados junto a la lumbre mientras la nieve cae, el perfume del agradecimiento a Dios por las almas de los difuntos...