Revista Opinión

Tormenta en una noche de verano

Publicado el 13 julio 2011 por Romanas
Tormenta en una noche de verano

La atracción por el abismo, síndrome de Estocolmo,....sólo estas patologías psicológicas me sirven para explicar lo que está ocurriendo.Ayer, leíamos en El País, y su pesimismo esencial nos llenó el alma hasta pudrir cualquier atisbo de esperanza, este párrafo terrible:“En efecto, si no se le imprime un cambio de rumbo a tiempo, la trayectoria que por defecto seguirá el electorado español parece precipitarlo hacia el maëlstrom de la mayoría absoluta del PP. Todo, a causa de un depresivo clima de inseguridad colectiva que ha metido el miedo en el cuerpo a la ciudadanía, que aunque se sienta ideológicamente de centro-izquierda, se inclinará por votar al partido conservador como única forma de conjurar las aciagas fuerzas del capitalismo desatado. Y ello no solo porque la inseguridad favorece el voto a la derecha sino por un explicable instinto de conservación, que te lleva a entregarle tu cartera al atracador con tal de salvar la vida. De ahí que para congraciarse con el monstruo capitalista convenga votar a su representante político: el partido de los banqueros, los propietarios y los patronos”. (Enrique Gil Calvo, "Rubalcaba, El País, 11-07-11).O sea que aquella vieja táctica de asustar con la llegada del doberman: “que viene la derecha, que viene la derecha” no sólo se ha asumido como posibilidad sino que se ha transmutado en el deseo de ese enfermo de cáncer terminal que lo que quiere es acabar de una puñetera vez.Y el puñetero suicida se pregunta: “¿y si resulta que el cambio no sólo es eso, acabar de una vez,  sino que , además, nos trae la resolución de la crisis, como en el caso de los enfermos que se tratan con medicina homeopática, en el que la enfermedad se combate con el mismo veneno en que ésta consiste?”.A mí, personalmente, esto me parece el disparate máximo, pero algo debe de suceder en esa inmensa mente colectiva que contesta las preguntas de las terrible encuestas, que nos pronostican todos los días, la llegada del infierno, como los enfermos terminales piden a gritos la aprobación masiva de la eutanasia.Y la pregunta que se impone con toda la fuerza de la suprema desesperación es: ¿acaso es seguro que no hay otra solución que nos gobiernen, quizá ya para siempre, los mismos que nos han metido en esta sima sin fondo, en la que no se hace, cada día, otra cosa que caer desde la prima de riesgo de 270 puntos, que parecía insuperable, hasta ésta de los 700 y pico que nos anuncian como la del ya sin retorno?Seguida de esta otra: ¿pero es que todo esto es realmente tan complicado que uno no puede entender, por mucho que lo intenta, que lo que están haciendo los cochinos, los malditos mercados, unidos férreamente a los no menos canallescos especuladores, con el maléfico Soros a la cabeza, es matar  las gallinas de los huevos de oro, porque cuando Grecia, Irlanda, Portugal, Italia y España desaparezcan por el sumidero de la Europa económica, a quién coño van a atacar ahora, los jodidos lobos, a Francia, a Inglaterra, a Alemania, Usa?”.Si esto sigue así, no cabrá ya la menor duda de que nos hallamos en presencia de la más suicida de las pulsiones, porque los especuladores y mercados se quedarán de repente sin campo, sin sujetos pasivos para su actuación porque ya no habrá nadie a quien atacar porque, a lo que parece, China es inatacable y los países emergentes todavía no tienen la entidad suficiente para merecer sus criminales agresiones.Esto, ¿es, en cierto sentido, una esperanza de paz?No sé, pero a mi me recuerda esa espantosa paz de los grandes cementerios, bajo la luna.Ojalá sea que no y todo esto que acabo de escribir no sea sino una pesadilla en una tormentosa noche de verano.

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