Las imágenes se corresponden con la playa de Toró, en Llanes, donde corriían las nietas del Conde de Albrit, tanto la que era, como la que no, y la arena quedó inmortalizada en el film de Garci, hace ya unos cuantos años. La cala siguiente es Puertochico; entre ambas, una punta rocosa está ocupada por un camping que conocí hace muchos años, cuando todavía era estudiante y perduraba en mi la fe en nuestra especie, la misma que fui perdiendo con el paso del tiempo. La sierra del Cuera ayuda al tiempo difícil de un pueblo atopadizo y amable, cuyo encanto terminó con la masificación turística y la construcción desmedida de apartamentos de más que dudoso mal gusto. Algunos rincones del puerto y las playas vecinas, conservan el encanto de permanecer indemnes a todos los despropósitos que trajeron los años y la avaricia, y en ellos sigo reencontrando a aquel Pumarino que fue y no pudo seguir siéndolo.