La verdad que aún tenía en mente la extraordinaria torre cimborrio que luce la Catedral Vieja de Salamanca. Mis años estudiantiles en la capital del Tormes, en los primeros años de los setenta, consiguió, ya de aquellas y casi sin ser consciente, mi conversión en un ferviente amante del románico. La Torre del Gallo, cuya datación se entremezcla con los inicios del gótico -sobre todo en las grandes capitales castellanoleonesas- en aquellos años de mi juventud dejaron en mí una profunda huella, entre otras cuestiones por su extraordinaria belleza.
Pero en honor a la verdad, la ciudad zamorana de Toro había pasado para mí desapercibida. Y eso que había visto innumerables fotografías en Internet de su espectacular colegiata, Santa María la Mayor. Y salvando las minuciosas diferencias, cuando vi en vivo su espectacular cimborrio, ¡cuánto me recordó a la vieja catedral salmantina, qué tanto recorrí por sus aledaños y tantos recuerdos me trae! Fue como un regreso al pasado en el que pude visualizar al mismo tiempo... el espectacular cimborrio de la colegiata de Toro y la bellísima torre cimborrio de la catedral salmantina.
Tengo que reconocer que la ciudad de Toro me sorprendió. Sus calles bien cuidadas, sus monumentos de gran valor patrimonial. El Alcázar, la Colegiata, la iglesia del Santo Sepulcro, la Torre del Reloj... las extraordinarias vistas desde el Paseo del Espolón, desde donde se puede admirar el río Duero y toda su vega, salvada por el Puente Mayor. Pero en esta ocasión mi visita estaba centrada en las Edades del Hombre, con el sobre-título de AQVA, un homenaje en toda regla al agua bendita del Bautismo. Además, me había picado el gusanillo una conversación con Concha, la alcaldesa de Támara de Campos, cuando en una de mis vistas a la impresionante iglesia de Támara esta me indico que una de las piezas que faltaba en uno de sus retablos había partido con destino Toro para destacar entre todo el excepcional arte que allí se iba a exponer: el relieve del Bautismo de San Hipólito, que junto con otras cuatro piezas del arte palentino: una pila de agua bendita de Población de Campos, una naveta de la catedral, un pontifical del Diocesano y un juego de aguamanil proveniente de Ampudia, forman un quinteto digno de admirar en la hoy capital del arte religioso: TORO. Por supuesto, no hay fotos de dichas joyas pues hay que respetar las normas. Os esperamos en el 2018 en Aguilar de Campoo.
Imagen: Eduardo Gutiérrez
- Una serie de Eduardo Gutiérrez para Curiosón