La campaña para las elecciones europeas ha sido un aperitivo de lo que serán las próximas generales. Digo esto porque tanto el PP de Cañete como el PSOE de Valenciano han centrado sus discursos en hablar de España en lugar de Europa. Por una parte, la derecha ha utilizado la campaña para vender la "supuesta" recuperación económica. Por otra parte, los socialistas han hablado del desmantelamiento del Estado del bienestar por parte del adversario. Las perlas de la campaña las han protagonizado Felipe González y Arias Cañete. El primero por invitar a un acercamiento – pacto o, como ustedes lo quieran llamar – entre el PP y el PSOE y, el segundo por ningunear a Elena por ser mujer. La invisibilidad de los otros, me refiero a los incipientes de la parrilla: Vox y Podemos, ha servido para que sigamos anclados en el bipartidismo galdosiano. Si a todo esto le añadimos que un eurodiputado cobra unos quince mil euros al mes por representarnos, debemos reflexionar sobre la viabilidad social de este chiringuito – o chollo – llamado Europa.