La torre de los Diablos se alza sobre un monte que domina el paso del río Tajo, en la zona conocida como Cigarrales, al sur de la ciudad de Toledo.
Sólo quedan vestigios, y está destinada a zona arqueológica.
Según cuentan algunas leyendas hay en Toledo un lugar donde los antiguos dioses duermen el sueño del olvido, este lugar donde se pueden contemplar magnificas vistas de la ciudad es el Cerro del Bu.
En la cima se pueden ver los restos de unas construcciones que parece ser pertenecieron a construcciones defensivas o a una torre de vigilancia de época islámica y que con el tiempo fue llamada torre de los diablos y en una de sus laderas, trincheras abiertas durante algunas excavaciones arqueológicas.
El investigador Don Manuel Castaños y Montijano realizó las primeras excavaciones en el cerro del Bu en el año 1904, en estas excavaciones encontró huesos de animales, restos de cerámica y medio disco de piedra, sus descubrimientos fueron expuestos ante la comisión de monumentos de Toledo el 14 de septiembre de 1904.
Posteriormente se realizaron diversas excavaciones , encontrándose mas fragmentos de cerámica, huesos tallados, fragmentos de oro y un puñal con remaches de plata, estos descubrimientos están expuestos en el Museo de Santa Cruz.
Como resultado de las diversas excavaciones e investigaciones que se han sucedido a lo largo del tiempo, se mantiene la teoría aceptada de que el Cerro del Bú fue uno de los primeros asentamientos fijos de la ciudad de Toledo, formado por castros amurallados, donde vivían los Carpetos.
La fortificación, actualmente visible, fue construida y utilizada por tropas musulmanas durante el siglo X, y se encuentra en relación con la serie de obras de asedio mandadas levantar por el califa Abd al-Rahman III en su asedio a Toledo y cuyas fuerzas estaban centralizadas en la ciudad de Madinat alfath (Chalencas).
En cuanto a la valoración arqueológica del yacimiento, tanto Castaños Montijano (1905) como Enrique de Álvaro y Juan Pereira (1990) identifican la existencia de un recinto amurallado en el cerro. Sergio Martínez Lillo (1988) interpreta dicho recinto como parte de una fortificación construida y utilizada por tropas musulmanas y que se podría relacionar con el recinto mandado levantar por Abd al-Rahman III durante su asedio de Toledo del año 931. Al rendirse la ciudad de Toledo esta posición estratégica perdió importancia y se abandonó. Ello viene avalado por la datación de la primera mitad del siglo X de la inmensa mayoría de la cerámica medieval encontrada en el transcurso de las excavaciones arqueológicas. Por último, si esta atalaya fuese la Torre de los Diablos de la que hablan los documentos mozárabes resulta posible que estuviese abandonada en 1156.
Con respecto a la ocupación altomedieval, la muralla es el único elemento arquitectónico conservado y, aún, visible. A raíz de la inspección del yacimiento con motivo de la redacción de este proyecto, se ha documentado la existencia de dos bastiones más de las mismas características, el primero localizado en la vertiente oriental del cerro, como parte del cierre del recinto amurallado, y el segundo en la esquina sur oeste del recinto inferior. Ambos bastiones permiten, por una parte, datar el muro al que aparece asociado y, por otra, delimitar de forma bastante precisa lo que debió ser el primitivo recinto islámico.
El estudio espacial del recinto islámico muestra la existencia de una superficie amesetada entre el cierre exterior del recinto por su vertiente sur y la zona alta del cerro, donde según las fuentes históricas se localizaría la Torre del Diablo. Dicho espacio puede ser interpretado como patio de armas lo que abre la posibilidad de que la fortaleza islámica constara de un recinto superior y otro inferior.
Fuentes: http://monteerebus.blogspot.com.es/2008/10/cerro-del-bu.html
http://www.latribunadetoledo.es/noticia/ZEF759FF7-E30E-BE30-4022E518F9268E3D/20140421/recorrido/arqueologico
Revista Cultura y Ocio
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