“Ni poniéndoles uno encima de otro dan la talla nuestros líderes. Los que mandan, no conformes con olvidar que su obligación primera es la ejemplaridad, parece que compiten en darnos malos ejemplos. No solo hay que preguntarse por la catadura moral de las personas que nos gobiernan, sino por la de quienes aspiran a gobernarnos: votar se ha convertido en el arte de elegir entre varias opciones, no ya la menos mala, sino la menos peor.” Así de duro lo dice Manuel Alcántara en su columna del 17 de marzo en varios periódicos del grupo Vocento. Pero matiza: “No me refiero únicamente a la vida española, que es la que más influye en el rápido transcurso de los que hemos nacido aquí. Hablo de los que ostentan o detentan el poder en el ancho mundo, que sigue siendo ajeno.” Y cita a las "aventuras" de “il cavallere” Berlusconi como cabeza de la torre humana política de Italia…
¡Qué contraste con los castells!, las torres humanas catalanas con una tradición de más de dos siglos. Para dar estabilidad y seguridad a la estructura de la torre, los castellers se agarran por los brazos, y en la base del castell hay una “piña” de personas que dan soporte al castell. Los castellers ensayan asiduamente para tomar práctica y obtener confianza y así conseguir la mejor construcción posible. Todo un símbolo de colaboración constructiva para dar seguridad al edificio humano y social. “Fuerza, Equilibrio, Valor y Cordura” es el lema de los castellers.
Que tomen ejemplo de los castellers los líderes políticos, y que construyan juntos torres humanas sólidas con la participación y el apoyo del pueblo. Torres “virtuales”, naturalmente.