Revista Sociedad

Tortilla de Valium

Publicado el 04 octubre 2016 por Salva Colecha @salcofa

Estamos tan metidos en esto de la formación de Gobierno, la cabalgata de los investiduracorruptos y asistiendo ojipláticos al lamentable espectáculo de la autodestrucción del PSOE a manos de ellos mismos (bueno, unos “ellos” que ya no sabemos ni para quién trabajan) que se nos pasan por alto cosas mucho más importantes, tanto como que Puigdemont inicia la andadura de una nueva consulta y no le hacen ni caso.

Nadie lo diría pero han ocurrido en el mundo otros hechos deberíamos tomarnos en

coca
serio. Desde el NO al referéndum de la paz en Colombia que sólo puede explicarse en clave de sed de venganza, el hiperorgullo colombiano o porque el negocio de la plantación de coca ha influido bastante en las urnas. Casi que me quedo con lo último por aquello de que los humanos tenemos el hábito de pretender comer todos los días y la desesperación puede llevar a preferir un tiro a la inanición. No se, es una idea loca que se me pasó por la cabeza pero como este mundo ha perdido en Norte y va a base de Trankimazín, vete tú a saber.

Aquí, en casa, nos han pasado de puntillas por los informativos noticias que serían

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como para “tirarse al monte”. ¿Alguien en la sala sabe mucho de eso de que el Tribunal de Justicia Europeo ha sacudido un poco a la reforma laboral del PP? Resulta que, muy por encima, nos dicen que es injusto que se distinga en el despido a los eventuales de los fijos y visto como han callado televisiones, partidos, patronales y sindicatos me temo lo peor. Me recuerda a aquello de las uvas y el Lazarillo de Tormes y me veo venir la equiparación de los despidos, como dice el Tribunal, pero a la baja y que nos finiquiten dándonos una patada en las posaderas.

Si cosas así de gordas pasan sin darnos cuenta, imaginemos otras más discretas pero preocupantes porque dejan claro que nuestra sociedad está rota, fundida y a la deriva

colocat
(exagerado, ¿verdad?). El otro día cayó en mis manos, todavía no se como, un artículo de una revista especializada, BMC Psiquiatry (o algo por el estilo) Según conseguí entender en mi inglés de bote, resulta que el consumo de psicofármacos en este país se ha disparado una barbaridad tanto como que, parece que a pesar de la inmerecida fama de “siesteros”, aquí nadie puede dormir tranquilo y tomamos medicinas alegremente como si fuesen caramelos.

¿Pero qué nos llevar al trabajo una fiambrera de esas de hojalata con un bocata de

metro
tortilla de Valium? Personalmente creo que sería un error pensar que nos gusta colocarnos porque sí. Más bien creo que nos hemos transformado en una sociedad que no puede descansar, que desconoce la paz porque vive agobiada por el paro, las deudas, el esperpento político y los millones de sueños rotos deas  forma injusta y prematura. Puedes comprobarlo al subir al metro, antes todo el mundo hablaba, ahora parece el bus para acudir a un funeral, todo son lamentos y caras largas, nada bueno.

Todo suma para que muchos se sientan como huérfanos que buscan en la química el

moe
consuelo que no tienen en ninguna parte. Antes algunos encontraban un lamentable sosiego en el barman-confesor pero ahora ni siquiera eso, hemos dejado las relaciones sociales “face to face” y nos empeñamos en simular una falsa felicidad con fotos sonrientes en el Instagram que en realidad como dice un amigo, que es muy bruto, no son más que la versión 2.0 de la foto de la lápida.

No son pocas las cosas que no funcionan y eso hace que vivamos en una sensación de “sálvese quién pueda” generalizado en la que caemos de cabeza porque ya no quedan

goofy
valores de ningún tipo a los que agarrarse. Parece que en este naufragio cada uno busca evadirse como sea, unos se matan haciendo deportes cuanto más extremos mejor para sentirse superiores y contarlo a los demás (suicidas les llamo yo). Otros se marchan al exilio en busca de “mejores prados en los que retozar”, la religión, meditación, puenting o lo que se nos pase por la cabeza porque como decía Serrat “cada loco con su tema”. La química es una puerta más, desaconsejable pero presente.

La resolución del problema no está solamente en la cura de las adicciones. Hasta que no liquidemos el verdadero origen de la enfermedad no vamos a conseguir nada. Hasta que no recuperemos la ilusión y las ganas de levantarnos cada mañana no saldremos de esta. Pero esto que está destruyendo existencias a todos los seres mundanos, parece que no sea importante para nuestros políticos que prefieren centrarse en lo económico y nos tratan como a trastos. Mientras SUS cuentas salgan y nosotros no aprendamos a valorarnos la solución estará lejos.


Tortilla de Valium

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