Revista Opinión
El 31 de julio a los 88 años falleció el Doctor en Matemáticas Seymour Papert, quizá no muy conocido por su nombre hacia el público en general pero sí por su gran creación: el lenguaje LOGO y su entrañable Logo Writer. Sí, aquel software que durante la década del '80 y principios de los '90 ayudó a infantes de todo el mundo a meterse en el mundo de la programación gracias a una tortuguita que traducía en figuras geométricas los comandos que le ordenaban.
Nacido en Sudáfrica en 1928, Papert fue uno de los principales teóricos de la educación en la última mitad del siglo XX, siendo Co-Director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y considerado cómo uno de los pioneros en darle importancia a la tecnología para proporcionar nuevas maneras de aprendizaje en los niños.
En los años '60 fue discípulo del famoso psicólogo constructivista Jean Piaget, del cual tomó muchos aspectos de su teoría del conocimiento y los desplazó hacia el campo de la computación a través del libro "Desafío a la Mente. Computadoras y Educación" editado en 1981.
Partiendo de la base de que los niños deben construir sus propias estructuras intelectuales, intentó que LOGO facilitara ese proceso proporcionando varíos estadíos de aprendizaje. Así Papert describía
los beneficios del programa:
"En primera instancia, los alumnos escriben comandos que formarán figuras geómetricas y luego cuando ya más avanzado sea el conocimiento llegan a generar patrones numéricos para generar figuras dinámicas, juegos. Ayuda a los niños a experimentar estrategias para resolver problemas. En orden de guiarlos hacia un pensamiento lógico. LOGO incorpora el aceptar errores como parte del aprendizaje para producir mejores resultados. Los alumnos aprenden a depurar sus programaciones para crear mejores y elegantes soluciones."
Hacia finales de los años '90, se trasladó a Maine dónde continuó su trabajo estableciendo el Instituto Seymour Papert. Creó un laboratorio de aprendizaje en el Centro Juvenil de Maine, inspirando a jóvenes con problemas con problemas de violencia doméstica, escolares, de adicciones a las drogas y el alcohol o graves trastornos psicológicos.
Otra de sus labores en Maine, fue la participación en la iniciativa de entregar computadoras portátiles a a los alumnos de 7º y 8º grado, denonimada "One Laptop Per Child". Con el correr de los años dicha idea, con variantes y mayor espectro de edades, se extendería a muchos países.
Nicholas Negroponte, colega en el lanzamiento de ese proyecto, dijo para la ocasión: "Cada laptop tiene a Seymour adentro".
Haciéndonos eco de esa frase podemos afirmar, hoy, lamentando su partida, que todos de una u otra manera, en esta era de consolidación de la tecnología, definitivamente llevamos a Papert con nosotros.