Revista Cocina

Tortura telefónica

Por Dolega @blogdedolega

neapolitan phone

Cuatro días de tranquilidad y relax iban a ser demasiados.

Antecedentes:

Una de las torturas a las que me sometía mi querido retoño macho cuando estaba aquejado de adolescencia era la siguiente:

Durante su último año de bachillerato iba al Instituto, eso quería decir que venía a comer a casa.

Yo le dejaba comida hecha para que cuando llegara tuviera algo para echarse al buche, pero misteriosamente a él no le gustaba nada de lo que yo dejaba hecho, así que él cuando llegaba a casa se veía “obligado” a hacerse algo de comer.

Por lo que me llamaba por teléfono, siempre en mi hora de comida, para recibir instrucciones de las recetas.

Estas sesiones siempre de manera matemática terminaban a gritos, insultos, varios cortes de teléfono por ambos lados y si las chispas hubieran podido viajar a través de las ondas, hubiéramos podido prenderle fuego a todo el país en múltiples ocasiones.

La receta del arroz blanco ha llegado a cotas de estres solo comparables al aterrizaje del Apolo 11 en la luna.

10.30 horas

-Rin, rin

-¡Hola cariño!,¿ Que tal estáis, como van la vacaciones?

-Bien, muy bien. Oye necesito que me ayudes.

-Dime, hijo.

-A ver, que hoy me toca a mí guisar y quiero hacer los escalopines que haces tú que están muy buenos.

-Uffff que va macho, esos tiempos ya pasaron. No, no además estoy muy relajada.

-Venga madre, que las chicas están en la playa y esto lo hacemos en un plis plas, que ahora no es como antes, ya lo verás. Además te he visto hacerlos mil veces,¡¡ incluso te he ayudado varias!!

Me prometo a mi misma borrar el post de lo de la experiencia y todas esas cosas super coherentes que escribí hace nada.

Sé que va a ser igual, que vamos a salir a bofetadas, lo sé. Pero soy madre, que le voy a hacer. Según hablo con él me apunto en el Outlook darme dos bofetadas dentro de media hora por blanda.

-Venga vale, a ver si es verdad…

-Pues rapidito que no tengo tiempo

-No empecemos que mira que te cuelgo y apago el móvil ¿ehh?

-No, madre no, solo digo que no te enrolles. A ver dime.

-Apunta, filetes de cerdo ó de vaca pero que sean muy finitos y no muy grandes.

-Cómo de finitos

-Pues finitos, no me sé los milímetros yo que sé, delgaditos, que no sean gordos.

-Vale, más.

-Pan rallado, huevos, mozzarella de búfala, queso rallado y tomate frito.

-Vale cuanto de cada

-No se Niño, depende de los que vayas a hacer pero calcula que la mozzarella por ejemplo viene una bola en cada bolsa y más ó menos es como para tres ó cuatro filetes si son pequeños.

-Pero cómo de pequeños los filetes.

-¿No empecemos eh? No lo sé porque no he visto los filetes, ¿vale?

-Vale. Entendido. Bueno me voy al super, que lo tengo al lado y vengo en nada.

-Vale

-Ahhh, no te muevas de casa, porfi

-¿¡!? ¿Y eso?

-Porque tú no tienes Smartphone y si necesito que veas algo te lo tengo que enviar al mail y claro si te vas ó sales no lo ves.

-Uffff esto se está poniendo chungo, chungo.

-Que no, tonta ya verás que no.

-Vale.

Cuelgo. Abro el Outlook dos tres bofetadas.

Aprovecho para poner una lavadora y recoger la cocina.

-Rin, rin

-Dime

-¡Pero donde estas!

-¿Yo? En casa donde voy a estar.

-¡Hace lo menos cinco minutos que te he enviado un mail y no me dices nada y tengo a la gente aquí rebelada, joder!

Cara de acelga de la que escribe

-¡De que me hablas!

-Anda ve, ve al ordenador, joder que van a terminar pegándome.

Corro al ordenador, veo un mail en la bandeja de entrada, lo abro

¿Asi?

Un dato adjunto lo abro: una foto de un filete.

-En serio, lo tuyo no es normal tío.

-Si ó no, rápido

Y lo oigo que le dice a alguien: Ya voy señora, relájese que estamos de vacaciones, además con lo guapa que es, no merece la pena que se enfade.

Cara de acelga total.

-Sí, creo (no le quiero decir que no aprecio nada en la foto)

-Vale, pues ya tenemos los filetes.

-Hala que te vaya bien.

-¡Madre pero lleva el móvil encima, por favor porque sino tardamos mucho!

-Vete a paseo, adiós.

-Rin, rin

-Que

-El tomate frito, de cual.

-Del que te dé la gana, el que quieras.

-No, que tú los haces con uno que está muy bueno y yo quiero de ese.

-Pues creo que es uno que pone tipo casero, pero es de Mercadona, creo

-Vale, busco uno que ponga “casero”. Vale sigamos, la mozzarella, no cuelgues

Yo empiezo a admirar enormemente a esa chica que sale con él. La empiezo a ver como una especie de santa ó algo así.

-Cuantas bolas. Llevo nueve filetes del tamaño que me has dicho

-¡Oye! No empecemos, que nos conocemos, yo no te he dicho de ningún tamaño.

-Vaaale, cuantas bolas.

-Pués no sé lleva tres.

-Tres ó cuatro

-No, cuatro es mucho.

-Vale, vale pero como falte ya verás…

-Mira lleva las que te dé la gana, macho.

-No, no, has dicho tres y llevo tres.

Postura de loto. 1,2,3,4…

-Bueno cojo el queso y los huevos y me marcho.

-El pan rallado, se te olvida.

-Cierto, adiós.

Cuelgo. Sopeso la posibilidad de emigrar al África a alguna zona donde no haya cobertura de móvil, que tiene que haber un montón.

-Rin, rin

-Qué coño quieres ahora.

-Se me ha quemado el aceite. Está todo negro y solo he hecho dos filetes.

¿¿¿Por qué no me has dicho que tenía que hacerlo bajito???

-¿Por qué me habías visto hacerlo mil veces y me habías ayudado otras muchas?

-Jodeeeer pues a ver qué hacemos ahora, porque claro, cómo cambio el aceite.

Una de las cosas que más me ha enervado de esta tortura siempre ha sido el tiempo verbal “NOS”, me pone realmente de mal humor.

-Yo no hago nada, no tengo que hacer nada. Yo no he quemado el aceite.

¿Está claro?

-Si claro, tú está allí tan ricamente mientras yo tengo que lidiar con el marrón, no te fastidia.

-¿A que apago el móvil y te vas donde madrugan las moscas?

-Bueno, menos cháchara y a ver donde echamos el aceite, que hago.

Me empiezo a poner de muy mala leche.

-Una contestación más de ese pelo y te ayuda hacer los escalopines, Arguiñano con chiste y todo.

-Vaaaale lo siento, pero es que estoy muy agobiado, además aquí en esta cocina no encuentro nada, bueno más bien no hay mucha cosa, ya sabes.

-Quita el aceite y ponlo en alguna botella ó algo. No lo tires por el fregadero, ni por el Water. Lava bien la sartén, pon aceite limpio y haz los otros filetes, despacito a medio fuego. Adiós.

-Ehhh no cuelgues, plisssss

Necesito colgar. ¡Con lo relajada que estaba hoy. ¡Si es que eres idiota chica, te mereces lo que te pasa!, ¡mándalo a tomar vientos!

-Rin, rin

-Si

-A ver ya los tengo todos apanados en un plato. Que hago ahora.

-Busca una bandeja de horno y pones un fond…

-¿Como que una bandeja de horno? ¡Aquí no hay ninguna bandeja de horno!

-Pues tú verás como los gratinas. Puedes echarles el queso y ponerles el mechero, por ejemplo. A lo mejor funciona.

-No me vaciles madre, no me vaciles.

-A ver, el horno tiene que tener bandeja, joder. Mira a ver.

-Sí que tiene. ¡Menos mal! ¡Porque anda que no decirme que necesitaba una bandeja de horno!

-Eres verdaderamente cansino.

-Bueno ahora la secuencia a ver.

-Déjate de secuencias, pon un fondo de tomate en la bandeja y pones los fi…

-Define fondo

-Un poco, como media lata y lo esparces por la bandeja.

-Como que lo esparces.

-¡Unta la bandeja úntala! Cubres el fondo de la bandeja, pones tomate hasta que no veas el fondo de la bandeja. ¡Qué cruz!

-Vaaale no te alteres que te he entendido. Más.

-Pones los filetes apanados encima del tomate. Le pones otra capa fina de tomate encima de los filetes

-Cómo de fina la capa

-¡Vete a la mierda! Cuelgo y tiro el móvil en la mesa.

¡¡¡¡¡Que ser más insoportable, coño tiene que medir todo. Yo que sé cómo de fina. Fina es fina, mira que es fácil. Pues no, él tiene que complicarlo todo!!!!!

-Rin, rin

-Estás logrando ponerme de un humor de perros te lo advierto. Como sigas me bajo a tu guarida y me lio a tirar cosas y no paro.

-No serás capaz

-Prueba a ver qué pasa.

-Vale, vale, vamos a tranquilizarnos. A ver, entiende que yo no sé guisar y tengo que hacer preguntas.

-Nadie lo diría, con la de recetitas que hemos hecho juntos. Así que como me sigas tocando la moral te aseguro que no respondo.

-Vale ya tengo los filetes dentro de la bandeja, que hago.

-Corta la mozzarella de búfala en rodajas finas. ¿Qué tan finas? Ni puñetera idea. Si no sabes, entra en Google y pones: rodajas finas.

A ver qué te sale. Y cubres los filetes con ella. ¿Totalmente cubiertos?

Ni repajolera idea, depende de lo finas que hayas cortado las rodajas.

Si quieres puedes abrir una hoja de Excel y lo calculas.

-Madre, no te me pongas ácida, pliiiisss

-¡Cortalas! Y no cuelgues. Venga rapidito que tengo prisa, que me quiero ir a duchar.

-Vale, vale, espera que pongo el altavoz.

-Ahora abres la bolsa de queso rallado y la vuelcas encima de los filetes cubiertos con la mozzarella, de manera uniforme. ¿Qué tan uniforme?

Pues como su propio nombre indica, U-NI-FOR-ME.

-Vale espera que estoy en ello.

-Pones la bandeja en el horno. Enciendes el gratinador del horno y lo dejas hasta que se gratine y esté dorado. ¿Cuánto tiempo? Ni zorra idea. Así que enciendes la luz del horno y te sientas a ver por el cristal cuando está doradito. Si el horno no tiene luz ó cristal, te fastidias. ¿Te ha quedado claro?

-Clarísimo. Gracias madre. ¿Ves como lo hacíamos en un plis plas?

-Adiós.

¡Qué semana de cocina llevo Diossssss!

Abro el Outlook dos,tres dos docenas de bofetadas.

 


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