Tosca, nueva ópera para viejos temas

El género lírico siempre ha recogido la violencia y el mal como una parte sustancial del comportamiento humano. Una ópera que siempre me ha impactado es "Tosca", de Puccini. El drama desarrollado en esta obra maestra desata un poder que llega hasta los límites del terror, entrelazando amor, pasión y muerte, todo ello ambientado en la Italia de 1800, tiempo convulso, caótico, cuando fue asesinado el rey Humberto I. Puccini inaugura con esta composición una nueva orientación estética y musical.
Existen numerosos análisis sobre "Tosca", realizados desde perspectivas diferentes, tales como la sociología, la historia o la mitología, además de la propiamente musical.
Con un libreto de Luigi Illica y Giuseppe, basado en el drama  de Victoriene Sardou, "La Tosca" (1887) que, la obra refleja el ambiente festivo de los italianos republicanos que celebran la victoria de las fuerzas de Napoleón.
La obra se estrena en Roma, en el teatro Constanzi, el 14 de enero de 1900. En ese momento en la capital italiana se asistía a una tensión entre los poderes establecidos que amparaban la traición, la tortura y el asesinato, y los ideales de libertad.
Puccini tomó estos elementos de la sociedad italiana y los enmarcó en un ámbito escénico donde se alzaba la protagonista absoluta: Flora Tosca, cantante de la época napoleónica, mujer apasionada, enamorada de un artista que se juega su vida defendiendo a un fugitivo y que resultó ser un cónsul republicano.
La ópera va adquiriendo dramatismo y se palpa la tragedia desde el principio. El artista arrastra a Tosca hacia la locura de los celos y la pasión sin límite hasta su enfrentamiento con el Barón Scarpia, a la sazón jefe lujurioso de la policía. Este agente del orden público representa  el abuso de poder, en este caso hacia la propia Tosca, lo que a fin de cuentas se traduce en la representación de un erotismo y una manifestación sexual poco frecuentes en un escenario de inicios del siglo XX, hasta tal punto que el tratamiento de estos elementos por parte de Puccini hace que surja una estética novedosa y un nuevo concepto de modernidad y de un tiempo que viene marcado por el avance científico y tecnológico que empieza a producir el siglo, tal como el telégrafo, el fonógrafo, el cine, los tranvías eléctricos, el automóvil, etc. Puccini no hace otra cosa que llevar al escenario esta realidad social, utilizando soluciones armónicas audaces y constituyendo, por así decirlo, un lenguaje diferente que marcará el inicio de una nueva era de la ópera.
Toda la acción de Tosca se desarrolla en 24 horas y en la misma ciudad, Roma. Tosca, la amante agredida, recoge las preguntas esenciales: ¿muere por pasión? ¿cede por amor? ¿se traiciona para procurar la salvación al hombre? Son dudas existenciales de gran calado que hay que analizar en el contexto convulso y, por otra parte, excitante, de 1800, y también desde la perspectiva del mito universal que construye el amor amenazado por el devenir de la vida y el sufrimiento subsiguiente entre los enamorados, mito que está en la base del arte y la literatura occidentales.
¿Cómo resuelve el maestro este enigma? La acción se centra en el poder de la voz femenina, Tosca permanece cautiva y su amante será fusilado, ¿qué puede hacer en tal situación? ¿Acabará en manos del jefe de policía? ¿Puede llegar a pactar con una criatura abominable y corrupta? ¿Se entrega traicionando así su amor exclusivo? La decisión no es sencilla y Puccini la ofrece en toda su crudeza. Hay que aceptar el acto criminal como única solución. Surge, por tanto, el planteamiento moral y la conciencia hacia un hecho que resulta, a todas luces, también repulsivo.
Puccini juega con las emociones y los instintos más primarios, creando una tensión permanente entre la pérdida, la atadura a una situación insostenible y la decisión de cometer un crimen que pondrá solución al problema. El espectáculo está garantizado y Tosca se alza como la gran heroína que viene a superar la humillación de ser considerada un juguete en manos del destino, encarnando una nueva realidad donde la mujer logra desprenderse de su condición sumisa para marcar su propio ritmo y seguir su propio camino.
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