Para comenzar con nuestros posts sobre gamas de color, ¿qué mejor comienzo que un lienzo en blanco?
Los que quieran concebir la casa como un contenedor minimalista, de lineas puras y con aire algo monacal, tienen en el total white un soporte sobre el que piezas de arte o el propio mobiliario cobran mayor fuerza.
Los más románticos hallarán una buena baza en las gamas de blanco roto, blanco hueso, beiges y grises muy claros. Mezclaremos texturas como maderas lavadas, azulejos, piedra, y subrayaremos con notas de color puntuales si se quiere introducir algo de contraste. ¿Quién no recuerda las colchas de crochet “de la abuela” o los visillos con aires victorianos? Los adeptos al estilo mediterráneo se unirán también al club... Paredes encaladas siempre en blanco, conviven con cerámicas, rafias, linos, maderas crudas, o pintadas para dar toques de contraste, como en el mismísimo Mykonos o la cercana Mallorca. Un rasgo común a todos los looks total white es el riesgo de la frialdad a la hora de iluminar los ambientes. Para evitarlo, utilizaremos siempre lámparas de tono cálido. Al final de la jornada, la luz de las velas será la mejor elección...