Hay Partidos Políticos que son herbicidas de la ilusión. Arrasan cualquier brote de esperanza. Su programa electoral es una orden de fumigación atendida servilmente. La mayoría no cree que va a ser vaporizado. Tu les votas, sí, pero otros les compran. El voto es el primer paso. Si se obtienen los suficientes otorgan categoría de estar en venta. El precio del que se vende es nuestra ruina. Los que no tienen precio nunca llegan arriba porque no quieren ser arribistas o no les dejan llegar por si resultan un “mal” ejemplo para el resto.
No importa cual sea la ilusión que tengas. Dala por muerta si es incompatible con el Mercado, el club de los ricos sin corazón, que son la mayoría. Es algo muy frecuente porque hasta la felicidad le molesta a la gente que carece de ese órgano, en particular la ajena. Tremendo contrasentido, tener corazón es tener riqueza, pero ellos no lo saben por la ausencia de esa entraña. Cuando hablan de progreso y bienestar piensa solo que se refieren a ellos. Tú estás excluido. No le des vueltas. Por eso resultan tan embaucadores, porque están hablando de sí mismos y se emocionan. Claro, te entiendo, crees que hablan de ti y de tus problemas y te emocionas también, normal, quien no ha creído alguna vez. Me duele, por no decir que me jode, aunque ambas cosas son compatibles. Pronto se olvidarán de lo tuyo, de lo mío y de las promesas: acordarse de tanta gente cansa, da pereza y casi tanto trabajo como un debate.
Su bienestar incluye que los demás estemos mal, o no estemos bien. No lo dudes. Ahora que se habla tanto de la toxicidad de las personas te digo dónde encontrarlas. Mira sus cuentas corrientes, sus propiedades, sus paraísos y sabrás lo tóxicas que son. No falla. Son hábiles, achacan la toxicidad al pueblo, dicen que ahí se encuentran todos los males y todos los malos, los responsables de nuestras desgracias. Pero somos inocuos, solo para ellos. No, las personas de mayor toxicidad, las corrosivas, no se hallan entre nosotros. Saben quitarse del blanco para ponernos otras dianas. El comunismo está descatalogado, ciertamente, ¿por qué repartir entre todos si se lo pueden llevar unos pocos? Solo ejercen de perfectos comunistas cuando hay que poner pasta. Con una salvedad: que la pongan otros, ellos están para robar, hasta los sueños. El remedio no está en sus manos sino en las nuestras, siempre ha estado ahí. Votemos para botarlos. Para hacer útiles a nuestras manos. O nos acabarán diluyendo, como hacían en Breaking Bad.