La toxoplasmosis se trata de una infección que puede llegar a afectar a la placenta y el bebé. Esta infección la produce un parásito, el toxoplasma gondhi.
La forma más habitual de contraer esta infección es por ingerir carne cruda o poco cocidas contaminadas por el parásito. También el huevo crudo puede provocar la infección.
Otra forma de infectarse es a través de insectos como la mosca o la cucaracha ya que éstos pueden haber estado en contacto con excrementos de gato, otro animal transmisor del parásito.
Cuando una embarazada contrae toxoplasmosis hay un riesgo de entre un 30% y un 40% de que el feto contraiga la infección. Sin embargo, tanto el riesgo como la gravedad de esta infección dependen del momento en el que se adquiere; siendo más transferible en los últimos meses de embarazo y más difícil de transmitir al feto en los primeros meses. A pesar de ésto, cuanto más cerca del inicio del embarazo aparece la infección más fuerte ataca al feto.
Bebés con toxoplasmosis
Por norma general, son muy pocos los bebés que nacen con toxoplasmosis. No obstante si nacen con esta infección puede tener efectos muy graves en el bebé pudiendo llegar a nacer sin vida o con problemas a largo plazo.
Según estadísticas contrastadas un 15% de las mujeres son inmunes a la toxoplasmosis y, por suerte, son pocas las que la contraen y no todas transmiten la infección a sus bebés.
La transmisión de la enfermedad es clara: un 50% de las mujeres embarazadas que la contraen es porque han comido carne infectada cruda o poco cocinada. También se puede contraer por comer productos contaminados sin lavar o por beber agua contaminada por el parásito. No se transmite de persona a persona de forma directa, salvo de la madre al hijo durante el embarazo, por transfusión de sangre o por algún trasplante de órgano.
Pautas para evitar el contagio
Para evitar contraer esta infección es conveniente seguir una serie de pautas:
– No comer carne cruda.
– Lavar con agua caliente y jabón todo lo relacionado con la cocina (encimeras, tablas y cubiertos…).
– Lavarse las manos con agua caliente al manipular carnes, aves o mariscos crudos.
– Evitar comer fiambres.
– No beber leche sin pasteurizar
– Lavar y pelar frutas y verduras
– Mantener la comida lejos de los insectos (moscas y cucarachas).
– Si tienes gato, evitar limpiarle la caja de arena, no bañarlo.
Si el médico tiene indicios de que una mujer embarazada tiene una infección activa de toxoplasma, posiblemente le realizará un análisis de sangre determinado que detecta los anticuerpos del parásito. El siguiente paso es ver si el feto está infectado. El médico realizará dos pruebas a la madre: una amniocentesis y unos ultrasonidos.
Si después de todo una embarazada contrae la infección, el ginecólogo le tratará con un antibiótico para reducir el riesgo de contagio del bebé.