Hasta el infinito y más allá
Los responsables de Pixar se lo han pensado mucho antes de lanzar la que se ha anunciado como última entrega de Toy story (1995), esa película con la que John Lasseter, Andrew Stanton y sus artistas comenzaron una revolución en el mundo del cine de animación, demostrando que el agotamiento de Walt Disney no era una crisis de género, sino una apatía provocada por la falta de talento. Sí, la animación podía atraer a públicos infantiles y adultos si se volvía a historias escritas con alma. Y ése fue al regreso a un resurgimiento que permanece hasta nuestros días.Con Pixar uno siempre tiene la sensación de que no pueden llegar más lejos. Que Wall-e no podía ser mejor que Ratatouille, que Up no podía superar a Wall-e, que Toy story 3 no podía ser más divertida y más emotiva que sus antecesoras. Y hasta el momento uno se alegra de equivocarse. La tercera parte de las aventuras de Woody, Buzz y sus inolvidables acompañantes es otro de esos clásicos que terminarán por engrosar la larga lista de méritos de Pixar. Se puede comparar con Toy story y decir que le falta algo del sarcasmo que tenía aquélla; o con Toy story 2 y decir que deja desdibujados algunos personajes. Pero esta tercera parte tiene todo lo que esperábamos "hasta el infinito y más allá".
El osito menos cariñoso
Lo bueno que tienen las películas de Toy story es que, independientemente de que se trate de secuelas con personajes ya conocidos, casi se podrían ver como películas unitarias. Evidentemente, Toy story 3 conecta con las anteriores en la evolución de los personajes, pero si no existieran las anteriores ésta podría ser perfectamente una película unitaria, que funcionaría igual de bien sin sus antecesoras. Porque, aunque la historia provenga del conocimiento de estos personajes, una vez que empieza y se introducen los nuevos (magnífica creación de Lotso Abracitos, con su background emocional, de un Ken desternillante y sobre todo de un bebé que resulta tan terrorífico como conmovedor...) la película adopta su propia personalidad.Ken luciendo palmito
Pero, al margen de que resulte divertida, entretenida o trepidante, Toy story 3 retoma esa lectura adulta hacia la infancia. Y en este caso ofrece una inteligente descripción de ese proceso difícil que separa la niñez de la madurez. En ese sentido, su historia tiene tanta profundidad como la primera, y consigue cerrar la trilogía con uno de los finales más emocionantes que hemos visto en mucho tiempo. Si en Up o en Wall-e quizás podía faltar un desarrollo menos previsible del tercer acto, la conclusión de Toy story 3 es perfecta. Y no sólo lo es para cerrar la serie, sino también, por qué no, para continuarla. Ahí está el talento de Lasseter, Stanton y Unkrich como argumentistas y del guionista Michael Arndt (perfecta elección de quien supo divertirnos y emocionarnos también con Pequeña Miss Sunshine). Porque, si consiguieran historias tan redondas como ésta, no nos importaría seguir asistiendo a más aventuras de Woody y Buzz en cuartas, quintas o sextas entregas.Nota: Hay dos formas de disfrutar de Toy story 3 plenamente, dada la distribución necia en nuestro país:
1. Viéndola en formato 3D, deleitándose con la profundidad de campo que aporta la técnica, pero con el hándicap de un doblaje que, a pesar de nombres perfectos como José Luis Gil (gran actor, gran doblador) tiene intrusos sorprendentes (¿Alex de la Iglesia? ¿Manu Carreño?).
2. Viéndola en versión original, con todos los matices de las voces principales (Tom Hanks, Tim Allen, Michael Keaton...) y con esas maravillosas secuencias en español, pero sin posibilidad de disfrutar del 3D.
Yo recomiendo las dos.