
En ella va esta moldura tan peculiar, de madera maciza y que pesa lo suyo, por cierto.

Con nuestros mandiles (nos encanta la palabra) colocados, montamos, en la trasera del puesto, un mini-taller la mar de apañado. Y lo dicho, ¡a lijar!

Y a pintar también. ¡Cuánta concentración, madre, ni cuenta se daba de las fotos!

Aquí una visual de la trasera que os comentábamos antes. A la gente le gustaba eso de vernos trabajar...

Lo bueno de las pinturas a la tiza es lo rápido que secan... Eso, y que estábamos al aire libre con una brisita divina, casi al final de la jornada ya estaba el copete listo para volver a lijar.

De regreso al taller, dimos mucha cera para terminar. ¡Qué bonito es el brillo que deja en la madera!

¡Y cómo cambia vestida de blanco!

Nos gusta cómo acompaña a esta Maternidad, pero ella sola basta y sobra para decorar cualquier pared donde se coloque... ¿No os parece?

Otro trabajo concluido y perfecto para acudir a casa de Marcela Cavaglieri. ¡Acompañadnos!
¡Feliz fin de semana!