Soldado sobre campo de amapolas.
Resulta imposible hacerse una idea del ingente trabajo que desarrolla la NSA, una agencia llena de espías de Estados Unidos que manejan ordenadores muy potentes. La conocida en español como Agencia de Seguridad Nacional, se ha confesado, por medio de un portavoz no identificado, y manifiesta sin pudor que entre sus objetivos prioritarios de vigilancia están el Ejército de China, las Fuerzas Armadas de Rusia, la Policía de México y las instituciones de comercio de la Unión Europea. Muy bien, ya me hago una idea de las horas extras. Luego, han aclarado que no espían a las compañías extranjeras para beneficiar a las suyas, que bastante tienen con ordenar la información que les llega, que lo suyo es la seguridad, los códigos, encriptar y desencriptar y cosas así.
Las noticias de espías se han puesto de moda con lo de Snowden y este mundillo ha perdido buena parte de su romanticismo. A mí me gustaba más la CIA, con sus conspiraciones y sus agentes de campo y sus golpes de Estado, como en el cine, en la saga Bourne. Pero ahora no están de moda, ellos espían y callan. ¡Que se lo coma la NSA! se ha convertido en un lema en este mundo subterráneo.
Sin ánimo de entorpecer, que ellos tendrán sus prioridades, yo propongo a la inteligencia yanqui que nos explique qué sucede en dos lugares del mundo tan alejados como México y Tailandia. En el país centroamericano andan revueltos, inmersos en un drama que no se merecen. En Michoacán, que es un estado del centro del país que pega con el Pacífico, se ha desplegado el ejército ante una situación peligrosa. Dicen que la zona está controlada por los Caballeros Templarios, sembrada de amapola y marihuana, plagada de laboratorios de drogas, estrangulada su economía por la extorsión. Sin embargo, ha sido la presencia de las patrullas de autodefensa la que ha provocado la reacción del Gobierno, que ahora manifiesta su firme intención de restablecer el Estado de Derecho. Como no me chupo el dedo, temo que hay intereses poco claros detrás de estos grupos de civiles armados, pero esto no le resta interés al fenómeno.
En Tailandia, es el mundo al revés. La oposición sale a la calle para evitar la convocatoria de elecciones anticipadas y nos cuenta David Jiménez en El Mundo que una de las líderes de la revuelta es Chitpas Bhirombhakd, una millonaria descendiente de una familia que fabrica la cerveza Singha. La joven defiende que en las zonas rurales la gente no entiende la democracia y que por eso votan al partido del Gobierno. A mí me suena a algo que dijo Aznar sobre el voto de los vascos, pero no quiero meterme, que lo aclare la NSA.