“Uno pobre y con Internet, lejos”. Así se podría parafrasear una expresión popular para analizar los resultados de un reciente estudio de la CEPAL que afirma que en América Latina cerca del 76% de los trabajadores no podría hacer teletrabajo.
Los números del estudio de esta organización, citado en un artículo del diario La República, señalan que los servicios profesionales, científicos y técnicos tienen 85% más de probabilidad de teletrabajar, seguido de la educación con 62%; finanzas y seguros, 80%; bienes raíces, 60% y, en un quinto lugar, los medios de comunicación (53%).
En el otro extremo de la balanza, los sectores con menor probabilidad de hacer teletrabajo son la agricultura, ganadería y pesca, con menos de 1%; seguido de alojamiento y comida, 4%; construcción, 4%; industria manufacturera, 8% y minería, 12%.
Ustedes me dirán si es que acaso estoy pidiendo que el ganadero se lleve un par de reses a la sala de su casa para ordeñarlas allí o que el minero se lleve una roca gigante a su antejardín y termine de romperla allí buscando una veta de oro… No, pero sí creo que hay muchos oficios y cargos de corte administrativo en todos los sectores económicos que podrían adaptarse al modelo de trabajo remoto.
Evidentemente, el Estado colombiano, como los de otros países en el vecindario, tienen que apostarle a garantizar el acceso universal a Internet en su condición de servicio público a las personas. Esto es fundamental para que las regiones y, en especial la ruralidad, pueda iniciar un camino con certeza hacia su transformación digital. En la Economía Naranja, tan crucial en este gobierno, nos todos los emprendimientos dependen enteramente de la digitalización, pero si podrían encontrar un gran aliado en las TIC para desarrollar su potencial y darse a conocer al mundo.
La brecha digital recrudece la brecha social al limitar oportunidades de acceso a fuentes globales de información y a la transformación digital de las empresas. Trabajar desde los hogares cuando sea posible debe ser una meta para muchos sectores. El coronavirus aceleró el entrenamiento.
En digital, pasemos de la calistenia a la competencia.
Nota: Columna publicada originalmente en Vanguardia el 5 de septiembre de 2020. Puede escuchar la versión ampliada y comentada en el siguiente reproductor de mi podcast: