Reconozco, muy a mi pesar, que no conocía a Larry Brown. La editorial Bartleby publicó en 2010 su libro de relatos Amor malo y feroz, el único hasta hace unos meses traducido en España. Me hubiera gustado enterarme en aquel momento, aunque quien sabe qué estaba yo leyendo en aquella época. Por suerte la gente de Ditry Works ha recuperado a Brown y le ha traducido esta maravillosa novela que es Trabajo sucio.
Brown era un admirador confeso de Faulkner, Flannery O´Connor y mi gran amigo Harry Crews, entre muchos otros. Influenciado y comparado con todos ellos, Brown es un exponente más de la literatura sureña con tintes góticos, literatura sureña seca, cruda y retratista de las desgracias, de las roturas, de las injusticias.
Con dos personajes potentísimos y unos pocos escenarios, Brown nos pasa por encima con una historia brutal y descarnada, cargada de sensibilidad y denuncia. Una historia humana que nos hace reflexionar sobre la atrocidad de la guerra y la rotura del ser humano.
Walter se despierta en un hospital para veteranos. Walter es blanco, ex combatiente de la guerra de Vietnam. Tiene la cara absolutamente destrozada. Tiene crisis en las que pierde el conocimiento y se despierta horas después. Walter se despierta junto a Braiden. Braiden es negro y también estuvo en Vietnam. Le faltan todas sus extremidades. Braiden lleva veintidós años postrado en esa cama.
Dos hombres destruidos, destrozados por dentro y por fuera, dos vidas rotas que se encuentran. Obligados por las circunstancias a entenderse, a hablar, los dos hombres se dan cuenta que comparten parte de su pasado. Los dos se criaron en los campos de algodón de Mississippi, los dos estuvieron combatiendo en Vietnam hace veinte años.
La historia que nos cuentan estos dos veteranos es dura, la imagen es amarga, pero Brown se apoya en su humanidad, en sus sueños, sus recuerdos, sus vivencias; no les queda nada más que eso. Sus cuerpos no les dejan vivir una vida normal, están desahuciados. Un día fueron héroes de su país y ahora son incomodos recuerdos que nadie quiere ver.
Walter y Braiden alternan recuerdos y sueños, monólogos interiores y reflexiones, cada capítulo da voz a uno de ellos alternativamente, entre cervezas frías, cigarrillos y noches de insomnio. Inmovilidad, miedo, soledad, cada sensación los une un poco más, cada recuerdo compartido los hace uno con el otro. La infancia de Walter, solitaria, con su padre en la cárcel y un matón en el colegio que ya a muy temprana edad le hizo ver el lado más mezquino del ser humano. Las ensoñaciones de Braiden, sus aventuras en esa África imaginaria que solo ha visitado en su cabeza, sus charlas con Jesucristo, donde la aparición de Walter tiene un peso importante.
El sur como telón de fondo, su caciquismo, su crueldad, sus gentes y esa manera de actuar dura, concienzuda, ruda. Ese sur que te marca a fuego para el resto de tu vida; en tus decisiones, en tus acciones, en tus pensamientos. Y junto a ese sur omnipresente, Vietnam, la otra presencia inapelable de estas dos vidas rotas, el motivo que los ha llevado ahí, a ese encuentro, a ese estado. Dos escenarios que lo engloban todo, que son las razones de sus caracteres, del transcurso de sus vidas.
Y entre toda esa barbarie de extremidades amputadas, perdidas de conciencia, fealdad, soledad y una montaña de condiciones para no vivir la vida, Brown da a sus dos hombres esperanza, a cada uno su minúscula parte de esperanza. La capacidad de ser amado de nuevo, ser alguien para alguien. La capacidad de poner fin a una vida anodina mirando sin mirar, esperando el desayuno.
Esperanzas tan minúsculas, tan nuevas, tan esperadas, que no llegan a ser.
Trabajo sucio te acerca a una realidad patente en muchos países, a unas vidas desdichadas que viven en su propio universo; un lugar donde el resto del mundo no cabe, un refugio donde aislarse para poder vivir.
Brown es un escritor potentísimo, capaz de plasmar realidades tan duras como humanas sin dramatizar una sola palabra, con la sobriedad y la distancia de alguien que ha vivido de primera mano todo cuanto cuenta. Nadie diría que Trabajo sucio es una primera novela, válgame Dios, es más bien el gancho directo de un escritor experimentado y bastante cabreado con cuanto le rodea.
Ojalá más Larry Brown en Dirty Works.
Trabajo sucio
Larry Brown
Dirty Works editorial, 2015
234 páginas.