Revista Cine
Director: William A. Wellman
"Track of the Cat" es, ciertamente, una película extraña; irregular pero innegablemente hipnótica, en un sentido más bien atmosférico, (anti)climático, ambiental. Casi diría que ésta es una película de terror; lo cierto es que el argumento parece una excusa, un macguffin, para situarnos en otro espacio, en un espacio más subyacente, cargado, densamente, de energías como primitivas, salvajes, violentas, oscuras, siniestras y tenebrosas. El efecto es asfixiante: la acción toda prácticamente transcurre en la casa de una familia que está durante el metraje entero, prácticamente, lastimándose los unos a los otros, como si todos guardaran grandes rencores entre sí, como si no pudieran soportar la paz, como si necesitaran los ataques verbales, las miradas frías y filosas, el odio latente para vivir, para sostenerse en pie, características coronadas en el personaje de un grandioso Robert Mitchum, que interpreta a un pedazo de mierda integral, un ser egoísta y posesivo, venenoso, bestial, hiriente, que mientras no está obsesionado en atrapar al puma que se come su ganado, pasa el tiempo atormentando a su familia, particularmente a sus hermanos, ensombrecidos por la imponente figura de este sujeto. Y así avanza la película: por un lado, Mitchum cazando a ese puma negro, símbolo, según el indio que vive con ellos, de toda la maldad del mundo y de la humanidad; por el otro, en la casa, la familia, encerrada, atrapada, confinada, como en un ataúd, viendo cómo todo se derrumba, viendo como se aplastan a sí mismos, como si una maldición les pesara encima, los destruyera, los aniquilara sobre todo a un nivel moral, existencial, no sé. Es realmente extraña esta película, que funciona mayormente en base (o a través) de simbolismos: Mitchum podría ser, en realidad, el verdadero puma negro (lo que representa, porque de que hay un puma, lo hay), y todos los personajes o son cazadores o son presas, a punto de recibir los zarpazos de este animal cuasi diabólico, de esta presencia que no está pero sí está a la vez...
William A. Wellman lleva a cabo un potente trabajo de dirección de actores (no todos responden tan bien; por ejemplo, Mitchum y los más viejos lo hacen muchísimo mejor que los actores más jóvenes, bastante discretos), empujándolos a extremos incluso esperpénticos, como si la locura los consumiese a todos poco a poco; y su puesta en escena, su ejecución formal, refuerza esta sensación de incomodidad, de encierro, de agobio perenne e inclemente. Por lo demás, nuevamente comprobamos la importancia y el cuidado que Wellman destina a la construcción de imágenes, a las posibilidades expresivas del fotograma.
Con todo, a pesar de que el argumento propiamente tal no es lo más importante sino que la atmósfera anticlimática en donde se desarrollen estos conflictos de índole familiar (hasta introspectivos), deja bastante que desear, en todo caso, la poca prolijidad de la trama, al menos para estructurar este oscuro melodrama familiar, para dar el tiro de gracia, y es que, por mencionar algo, el desenlace resulta simple, abrupto, apresurado, como si en realidad no hubiesen sabido muy bien cómo rematar una idea buenísima e interesante como lo es retratar la decadencia, de tintes cuasi mí(s)ticos, de esta familia que, a decir verdad, estaba rota desde hace tiempo, pero que recién ahora ve sus piezas caer y quebrarse aún más. No faltan, además, las escenas algo redundantes y cierta sensación de reiteración que acompaña al agobio. Pero en fin, "Track of the Cat" es una película mejor dirigida que escrita, que cuenta con un grandísimo actor como es Robert Mitchum, pero que, entre pros y contras, entre notables apuntes (insisto en que no le faltan cualidades como película de terror) y rasgos que poco invitan al entusiasmo, como conjunto se ofrece irregular y paulatinamente (precipitadamente, ya por el final) desinflada.
No es lo mejor del director, claramente, menos aún después de haber visto "Westward the Women" y "The Ox-Bow Incident", pero yo no lanzaría esta película al olvido. Me es imposible ignorar sus aspectos redentores (podríase hablar del tratamiento de los colores...), porque además no es mala, en lo absoluto, como para hacerme hablar mal de ella (de la manera en que lo hago con otras... a veces). En todo caso la decisión final siempre es de ustedes, yo sólo estoy acá para ilustrar ciertas cosas.