Los modelos que ahora se están hundiendo son, groso modo, los que vieron la luz con la sociedad industrial, y que fueron discutidos de Kant a Heidegger, pasando por Hegel, Schelling, Humboldt, Schleiermacher y Nietzsche. (Jacques Derrida)
La fe no tiene nada que ver con la existencia o la no existencia de Dios. El asunto es si el amor sin recompensa tiene algún valor. (Emmanuel Lévinas)
El esfuerzo por dominar la vida humana desde diferentes formas de poder, ya corporativas ya estatales u otras, es algo que, con cierta frecuencia, se ha referido desde la academia al impacto del darwinismo moral de cuño decimonónico y,así mismo , a la tradición nietzscheana; pasando por Heidegger, Rosenberg y; más ambigua y peculiarmente, a Derrida.De modo también reciente, se ha opuesto en la comparativa Derrida – Lévinas una tradición más especulativa en relación con metafísica y ontología, que representa aquí de algún modo Derrida; a la propia tradición judeo – cristiana occidental; más vinculada con los planteamientos del autor lituano de Totalidad e Infinito.
Las posturas enfrentadas a las que hacemos referencia avanzan en oposición contextualmente al menos desde las Revoluciones Atlánticas – las revoluciones de 1789, Francia, y 1776,EEUU -, hasta el siglo XXI.
Ahora, de un lado, Ilustración y Romanticismo, entre los siglos XVIII y XIX, van a conocer en Europa y fuera de Europa, singulares transformaciones epocales vinculadas al impacto de lo cristiano, lo moderno y lo industrial en el westfaliano marco de la Historia de aquel tiempo.
Consecuentemente, podemos ver desde aquel momento, un peculiar estado de las cosas en Occidente, ya que las nociones sobre el ser de las cosas, y las metafísicas desde las que se entendía el conocimiento, la antropología o la política, iban a ser objeto de conflicto en lo intelectual y también a generar desgarro en la Historia.
El nuevo tiempo decimonónico - cristiano, moderno e industrial demandaba, en sus marcos y contextos, un pensar de nuevo. Un encajar formas y modos de entender las cosas y el mundo en la encrucijada marcada por las guerras napoleónicas y la revolución industrial británica: Lo cristiano, lo moderno y lo industrial.
Aquel debate implicaría en el pensar lo racional, lo metafísico o lo económico a las mejores mentes de Europa a un lado y otro del Canal de la Mancha. Y en los Estados Unidos de América.
En lo relacionado con las dos tradiciones de pensamiento a las que apuntamos aquí, la especulación en torno al ser de las cosas y la misma metafísica, la representan en aquellos inicios del siglo XIX los socialistas utópicos: Robert Owen en el Reino Unido y entre otros Fourier en Francia. Para ellos, encajar a los hombres desde lo cristiano, en lo moderno y lo industrial, debía suponer un re – pensar la sexualidad, la religión, la metafísica, la forma de conocer y pensar, la economía, las relaciones sociales entre los hombres, etcétera.
A ese esfuerzo especulativo desde lo más esencialmente humano, se opondrían en aquel mismo tiempo otros autores, tal y como es el caso del filósofo y teólogo alemán Schleiermacher, estudioso para el que el romanticismo especulativo debía conocer límites.
El siglo XX y sus propuestas totalitarias vuelven sobre las líneas de nuestras dos tradiciones opuestas, y ofrecen autores como Heidegger en Filosofía, Schmitt en Derecho y algunos otros de más infausto recuerdo en el propio ámbito de la Teología. El nazismo, al modo de otros totalitarismos del siglo más sangriento de la Historia de los hombres, y en una tradición con un fuerte componente especulativo en metafísica, intentó re - formar hombre, moral, tradición jurídica y otros ámbitos de la cultura en modo tal que no se dieran grandes dificultades a la hora de encajar a las masas en la propuesta totalitaria para la Historia.
La reacción frente a tales planteamientos, que ofrecen un notorio componente tiránico; si no irracional, muy para – racional y de gran violencia práctica; apareció en los ámbitos de la Filosofía, de la Ciencia y de la Política entre otras esferas.
El propio Winston Churchill, en su mejor hora; nos habla precisamente de los peligros de la perversión de la opción especulativa en la Ciencia y el Pensamiento para la civilización occidental.
Es por tanto, en último extremo, la deriva para – racional de tales tentativas entre los siglos XIX y XX lo que aquí nos interesa subrayar.
Nos hemos acercado hasta ahora al modo en el que entran en relación en la Historia - de la Ilustración a Derrida y Lévinas -; dos tradiciones filosóficas, entendiendo y analizando el modo en el que la especulación en relación con la tradición de la metafísica de Occidente resulta elemental en el esfuerzo por construir las utopías – eventualmente criminales -, de los siglos XIX y XX en la Historia.
Ya en el siglo XXI, entendemos que han sido varios los asuntos de importancia que entre Filosofía e Historia han separado al autor francés – Derrida – y al lituano – Lévinas -. Otras cosas son las que los han unido. Textos como el Adiós a Emmanuel Lévinas y Violencia y Metafísica, por Derrida los dos; hablan claro de la importancia del vínculo entre ambos filósofos.
Con todo, es fundamental ahora señalar la importancia del esfuerzo de Derrida, que ha trabajado con amplitud y rotunda profundidad en la superación del conflicto entre las dos tradiciones filosóficas que aquí vemos enfrentadas en los siglos XIX y XX.
De un lado, Derrida quiere para ello ver Occidente no solamente desde lo griego, sino también desde lo judío. Y lo hace de un modo especial en la ya citada Violencia y Metafísica.
De otro lado, Derrida, sin renunciar a una radical crítica de - constructiva de la metafísica occidental; va a intentar evitar la deriva para – racional presente en los movimientos que especularon con la metafísica de Occidente en los siglos XIX y XX – socialismo utópico, nazismo, etcétera -, desde una fundamental reivindicación de la racionalidad.
Dos ensayos sobre la Razón – Derrida – interesa entonces a modo de obra tardía, en la que esa tendencia a continuar con una crítica radical de la metafísica de Occidente pervive. Y lo hace atacando conceptos tan esenciales al pensamiento moderno como el de soberanía, tornándose entonces en una propuesta que amenaza el conjunto del edificio no sólo político -moderno.
Antecede al estudio en la obra de Derrida un detenido análisis de la tradición moderna de Maquiavelo a Bodino, y de Hobbes a Montesquieau.
Dos ensayos sobre la Razón asume el colapso del modelo cristiano – moderno – industrial en su versión westfaliana y de concreción en el Estado Nación, asume los problemas evidentes en la Historia relacionados con la propuesta; cercena las bases metafísicas y teleológicas del proyecto, y se aferra finalmente a la reivindicación de la racionalidad en un esfuerzo por superar una situación que deviene en demencia.
La bases étnicas, religiosas, culturales y así de cada una de aquellas adaptaciones westfalianas - nacionales de lo cristiano – moderno – industrial supondrían consecuentemente, frente a la reivindicación de la racionalidad; particularismos relativistas problemáticos tanto por nacionalistas como por irracio – nacionalistas.
Para el siglo XXI queda ahora la resolución de los problemas heredados de la quiebra histórica de calado a que sucintamente apuntamos. Y queda también la tarea de comprensión de la tensión a que indefectiblemente; entre la población, los recursos y lo científico – intelectual en todos los ámbitos y niveles de la “Ciencia Social”, nos llevará la puesta en relación de los sistemas y los modelos del pasado.
Especial relevancia tiene el hecho de que los posicionamientos científico - intelectuales a Estado Nación son un particularismo relativista al modo de su superado marco y que no están ya a la altura de los tiempos.
José Ramón Álvarez Layna.