La RAE en una de sus acepciones define tradición como “Doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos.” En esta definición seguimos observando que ni las madres ni las hijas contamos para la transmisión de esas doctrinas, costumbres etc., pero eso lo dejaré para otro día.
Si las tradiciones no se hubieran ido adaptando al correr de los tiempos, seguramente todavía estaríamos haciendo fuego frotando dos palitos hasta conseguir llevarlos a la temperatura justa para producir la chispa del fuego. Afortunadamente se han ido adaptando hasta llegar a equilibrios, a veces difíciles, pero siempre posibles cuando existe una verdadera voluntad.
Sabemos que el patriarcado se ha venido sirviendo de muchas herramientas para perpetuarse. Y por supuesto las tradiciones, como otra forma de lenguajes, son una de esas herramientas. Y, curiosamente, estas mismas herramientas son también ejes sobre los que se asienta la violencia de género estructural como ya he defendido en otros momentos, porque la violencia de género estructural es tan invisible y el patriarcado ha conseguido introducirla en todos los órdenes de la vida para que forme parte del día a día que, incluso llega a pasar totalmente inadvertida y a instalarse dentro de la “normalidad” con la que actuamos en nuestras cotidianeidades. Y las tradiciones no están exentas de este fenómeno.
Vamos con un ejemplo que ilustrará lo que digo.
En Bocairent, un pueblo precioso y cercano al mío, a finales de agosto se celebran las fiestas de San Agustín y su elemento más identificativo son las danzas y uno de los ritos más arraigados es el comienzo de la “Dansà” (baile o danzada) que realizará el “Cap de Dansa” (primera danzadora) una mujer casada, a excepción de la primera noche que corresponderá el honor a la Clavariesa mayor. Tanto el rito del comienzo, los pasos de baile, la indumentaria y la música hacen que estas danzas sean unas de las más singulares de la comarca de la Vall d’ Albaida. Hasta aquí todo más o menos normal.
Pero comenzamos a ver los colmillos del patriarcado cuando nos encontramos, de entrada, con que la Cap de Dansa ha de ser una mujer casada a quien ha se sacar a bailar un “Majoral” (hombre festero) y que esperará a comenzar a bailar a que llegue un hombre, que puede o no, ser su marido. Después de ella comenzarán a bailar las mujeres casadas y después las solteras, pero siempre sacadas a bailar por un Majoral.
Si tenemos en cuenta que los tipos de familias han variado muchísimo, somos muchas las que no entendemos a estas alturas la distinción entre mujeres casadas y solteras, porque por ejemplo ¿Cómo consideraríamos a una mujer inscrita en el registro de uniones de hecho? o ¿En qué situación queda una balladora que está separada o divorciada?.
El año pasado desde el Ayuntamiento se comenzaron a realizar actuaciones para declarar estas danzadas como Bien de Interés Cultural Inmaterial (BICI) y aprovechando esta situación, desde una asociación de mujeres, Més que Dones, que está en contra de este orden patriarcal de las fiestas tradicionales se lanzó una campaña de recogida de firmas en internet pidiendo que las fiestas se adaptaran a las nuevas realidades sociales y que por tanto fueran más igualitarias. He de añadir que el Ayuntamiento de Bocairent fue pionero en la comarca en la aprobación de un Plan de Igualdad y que acaba de aprobar el segundo tan sólo hace unos días.
La respuesta a este planteamiento que se les dio a Mes que Dones en una reunión celebrada entre los festeros, la Concejalía de Igualdad y dicha asociación fue que tenían razón pero que siempre se había hecho así y la tradición era la tradición y así iban a elevar la propuesta para la declaración de las danzas como BICI y que si eso ya luego verían de ir cambiando las cosas. Afortunadamente las “dansaores” de Més que Dones, que haberlas haylas, no se conformaron y siguen exigiendo unas fiestas más igualitarias antes de la declaración de estas como Bien de Interés Cultural Inmaterial y las espadas siguen en alto. Y lo que peor llevan algunas es la condescendencia patriarcal con que es tratado el tema. Es aquello de “tenéis razón pero esto siempre ha sido así”.
A ver, si se reconoce la existencia de desigualdad en las fiestas y el papel subsidiario de las mujeres en la misma, cambien ustedes las cosas para mejorarlas, puesto que de lo contrario están siendo cómplices no sólo de una situación evidentísima de desigualdad, sino también de esa violencia de género estructural que se transmite y pretende permanecer oculta pero que, en este caso, además se ha puesto de manifiesto por parte de Més que Dones.
Esa complicidad desvelada a la hora de la negación de corregir desigualdades es, desde mi punto de vista y como mínimo, contradictoria con el recién aprobado por unanimidad II Plan de Igualdad entre mujeres y hombres de Bocairent y por tanto el propio Ayuntamiento que es quien aprobó dicho II Plan y quien impulsa la declaración de las danzadas como BICI ha de ser coherente con sus propias intenciones de llevar la igualdad entre mujeres y hombres a todas las esferas de sus políticas y que afectan de manera inmediata a la vida de la ciudadanía de Bocairent. Lo contrario, es, al menos para mí, inconcebible.
Una vez que se ha reconocido la desigualdad existente en este acto cultural local y con un plan de Igualdad recién aprobado, la obligación de las autoridades municipales es la de velar para su complimiento y ejecución. No se puede mirar hacia otro lado porque “siempre se ha hecho así” porque en ese caso se es cómplice de la perpetuación de la desigualdad y por tanto, del patriarcado más rancio.
El discurso de primero consigamos la declaración de BICI y después solventaremos el tema de la igualdad no vale. Y no vale, no ya sólo porque las mujeres también forman parte de la fiesta, así como de toda la vida local del pueblo, sino porque perpetúan roles que son identificados como estereotipos a erradicar; porque mantienen la desigualdad que se pretende combatir; porque simbolizan la subsidiariedad de las mujeres hacia los hombres y porque además, discrimina a estas según su estado civil que ya es el colmo.
Ahora es el momento de actuar y de acceder a un BICI igualitario, de actualizar las tradiciones y de plantar cara al patriarcado más rancio y de demostrar su coherencia política con el Plan de Igualdad recién aprobado.
Ahora es el momento de dar una lección de coherencia política y ciudadana y de marcar el camino hacia una igualdad real y no sólo formal.
Ahora es el momento de la valentía ante el patriarcado demostrando a quienes vienen detrás que las tradiciones se pueden mantener y, al tiempo actualizar, para demostrar con hechos que tradición e igualdad pueden ir de la mano.
Ahora es el momento de la verdad, porque hechos son amores y no buenas razones y porque las mujeres ballaores de Bocairent son ballaores y garantes de la tradición, pero de una tradición que las iguale, no que las segregue. Y las niñas de hoy, ballaores de mañana, seguro que lo agradecerán. Agradecerán mantener una tradición igualitaria y también agradecerán la valentía demostrada ahora. Porque es ahora el momento, no después de la declaración de les Danses como BICI.
Tengan valentía y planten cara al patriarcado porque de lo contrario su gestión en materia de igualdad quedará seriamente comprometida.
Ben cordialment,
Teresa