Para quien entra en el mundo de las drogas y del tráfico, pocas alternativas quedan para quien desea salir, sino entregar la vida al Señor Jesucristo y cambiar completamente su estilo de vida. Este es el único camino respetado por muchos traficantes, a la hora de "liberar" a los "soldados del tráfico" que deciden abandonar la criminalidad.
Desafortunadamente no es eso lo que viene sucediendo en México en los últimos años. Los carteles de drogas de la región están mezclando intolerancia religiosa con intereses del tráfico. Ellos no aceptan que pastores evangelizen en "sus" territorios y una de sus víctimas fue Eduardo García, líder de una iglesia ubicada en Juárez.
En 2009 el pastor García perdió a su hijo, Abraham, de apenas 24 años, muerto por los carteles. Después en 2011 su hija, Griselda, fue secuestrada. El padre necesitó pagar el valor del rescate para liberar a su hija.
Desde entonces García y su esposa decidieron intentar rescatar a Juárez a través del evangelio. Él distribuía Biblias por la región, tratando de retirar a los jóvenes de la criminalidad, además de realizar otros trabajos misioneros, lo que incomodó al cártel. A pesar de las constantes amenazas, no quiso salir de la ciudad.
El pasado 8 de junio, García estaba dirigiendo cuando fue abordado por criminales. Él intentó huir, pero terminó golpeando con el coche en un punto de autobús y en otro coche, siendo apuntado por los bandidos delante de varias personas.
El hecho entró a la estadística de violencia contra los cristianos en México, algo cada vez más frecuente y alarmante, lo que hizo la organización Puertas Abiertas incluir al país en la posición número 39 en la lista de persecución religiosa 2018.
"Pida a Dios por la protección de líderes religiosos que han sido amenazados por redes criminales. Clamar por aquellos líderes que se han posicionado en cuanto a la libertad de violaciones de la religión y de creencias", se pregunta el organismo .