Agradecida os estoy a todos, por lo que sabemos, si bien
más que nunca
... parecía frívolo, pero les avisé a mis alumnos de Máster (que era con quienes me comprometía) sobre las cosas que fluctuababan.
Y es que me resulta casi inmoral la posición de quienes critican las recientes medidas encaminadas a reducir la velocidad en nuestras carreteras, cuestionando sus efectos medioambientales y, aún más cinismo, aduciendo el afán recaudatorio.
Aquí en Cataluña, siempre tan punteros y vanguardistas en todo, tuvimos el privilegio de asistir/asentir mudos a la supresión del límite de los 80 Km. por hora en las rondas que rodean Barcelona, justo los días en que la ciudad se asfixiaba más que nunca por la contaminación endémica.
No sé tampoco si será cosa de la idiosincracia nacional.
Lo que sí sé es que ya en tiempos de Felipe II Madrid vivió el frenesí (o tormento) cotidiano de los coches; valga decir los nuevos y colosales artefactos.
Su profusión, con la dosis de exhibicionismo que aquellos "paseos" comportaba, le llevó a Lope de escribir:
Está la corte de coches, como el mar con varias naves;
hay coches urcas flamencos, coches galeras reales,
coches naves de alto borde, coches pequeños patajes,
coches ingleses baúles, coches cofres alemanes.
P.D. Y se me ocurre añadir: ¡Y hay cafres!