Surgió un aviso domiciliario, inocente, sin prisas ni indicios de gravedad, era uno de los tantos desplazamientos que hacemos a uno de los pueblos que tenemos que atender desde el punto de urgencias (o atención continuada).
Al enfilar la interminable recta de la carretera local que se pierde en el horizonte de esta campiña, en la hora que la luz del día decrece y se asoma el anochecer, en ese preciso momento del día donde las dificultades para ver obstáculos se aminora, la noche y el día se mezclan, confluyeron además varias y desgraciadas casualidades: unos peatones en una carretera sin arcén, otro coche en dirección contraria, un momento y un lugar exacto. ¡Se produce entonces la tragedia! un choque frontal entre el coche de los avisos y el que se dirige en dirección contraria... dos muertes casi instantáneas: el enfermero y una joven niña, a los pocos minutos fallece el celador-conductor, hay dos heridos graves más.Los ocupantes de los coches implicados son además de trabajadores de nuestro centro de salud vecinos de Cañada Rosal y La Luisiana. La noticia corríó como la pólvora, "...el coche de los médicos ha chocado con otro, y hay muertos...", durante los primeros y largos minutos se hacían cábalas de quienes eran los ocupantes. Mi teléfono sonó pronto para comunicarme la noticia, dejé lo que estaba haciendo y me trasladé al punto de urgencias, igual que hicieron todos los compañeros que pudieron.Fue la primera y única vez desde que se inauguró ese punto de atención continuada en que se cerró durante casi 12 horas.Tres familias sesgadas y un centro de salud marcado para siempre por la tragedia. En la sala de espera permanece en un lugar preferente una placa. Los que llegan nuevos preguntan, los familiares la visitan ocasionalmente y miran con tristeza y los que por entonces éramos amigos, trabajábamos y hacíamos guardias juntos nos preguntamos sobre las casualidades de la vida y como el destino eligió aquel día, aquella guardia, ese aviso.El 30 de mayo año tras año, se nos viene a la mente un recuerdo emocionado de Manolo, Paco y Rocío, nuestros amigos, compañeros de trabajo y vecinos. Un escalofrío inescrutable me recorre el cuerpo cuando paso por delante de la placa y estoy de guardia este día.Médico RuralRevista Salud y Bienestar
Hoy hace trece años de aquel primaveral y trágico crepúsculo...