Revista Cultura y Ocio
Hoy y ayer faltaste. No sé cómo decirte esto: te haces extrañar. Eres culpable de malacostumbrarme a tus palabras acariciantes. Si alguna vez me he sentido mal en todo este tiempo, ha sido en los momentos que no has estado y te he extrañado. Y eres responsable de esos malos ratos, amor. ¿Cómo debería hacerte pagar? ¿Avasallarte con mis poemas, ahogarte en mi cariño, o solo besarte hasta que desaparezcas?
A veces quisiera odiarte, pero no puedo. También quisiera amarte, pero eso lo puedo menos. Estás tan bien, qué la primavera ni te mira. Estás tan bien, que la noche quisiera darte una mordida. Yo en cambio estoy poco recomendable. Soy una plaga andante, y no planeo plagarte (todavía). Prefiero extrañarte y aborrecer el tiempo que no te tengo, a mirarte enfermo de mis besos. Soy amable, ¿ves? No soy tan cruel.
Pero el deseo a media noche me da pesadillas. A la una de la mañana, pesadillas. A las dos de la mañana, pesadillas. A las tres de la mañana, pesadillas. Y así hasta que amanezco, atormentada por los besos y caricias que no te he dado. Cómo verás hasta durmiendo te extraño, mereces la peor de las muertes.
Hoy y ayer me faltaste. Me faltaron tus comillas, y tus acentuaciones. Y mientras escribo, tú estás viviendo tu vida en algún lugar lejos de aquí, a menos de 500 metros, a solo 2 minutos de mí, pero lejos de aquí. Las horas pasan, y me roban besos, mas yo no te robo ninguno a ti; ¿cómo creer que existe justicia? ¿cómo perdonarte y perdonarme?
A veces quisiera odiarte, pero no puedo. También quisiera amarte, pero eso lo puedo menos. Solo se me dan ambos al mismo tiempo.