Cerdañola es una localidad barcelonesa de casi 60.000 habitantes cuyo ayuntamiento ha emitido una moción de solidaridad con cinco independentistas que juzgan estos días por agresión a Rosa Díez cuando iba a pronunciar una conferencia en la Universidad Autónoma de Barcelona hace tres años.
La Administración española es así: mil días para juzgar a los tipos más agresivos de la masa fanatizada que persiguió, acorraló, le arrojó objetos y llegó a golpear a la presidenta de UPyD para impedirle que hablara.
La política española también es así: si bien la moción de solidaridad fue redactada por ICV-EUiA, CiU, ERC y Compromís, los socialistas la apoyaron y los populares se abstuvieron ante ese documento que calificaba las agresiones como “protesta pacífica contra la ideología catalanofóbica” de UPyD.
Se justifica el guerracivilismo, el ataque a la libertad de expresión y las agresiones físicas a Díez porque propone, dicen los ultras apoyados por el PSC-PSOE y el silencio del PP, “la asimilación cultural hispánica de la nación catalana” y “utiliza el odio contra la nación y la lengua catalana como instrumento electoral a cambio de enfrentar y crispar a la ciudadanía”.
Se puede agredir a quien posea una ideología democrática. Sólo hay que manipularla desde ideologías fascio y socialnacionalistas y acusarla de fomentadora de odio porque pide igualdad para los idiomas catalán y castellano.
Si quienes rigen los partidos estatales fueran honestos por igual en toda España no aceptarían esto ni en Cerdañola, ni en ningún otro lugar.
Pero es de sospechar que actuaron así porque antes que a un rival nacional prefieren apoyar la violencia y las tendencias totalitarias de los separatistas.
Pues ahí están ambos, como la rana que transporta al alacrán del independentismo para ayudarle a atravesar el río: el alacrán la picará y morirán ambos; en realidad nos ahogaremos todos.
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