Parte 2 de 2
3Nuevas amistadeshaciéndome imposible escapar, a pesar de que estaba usando todas mis fuerzas para ello.Desconozco cuánto tiempo estuve inconsciente, ni qué sucedió durante ese lapso de tiempo. Solo sé que desperté en una habitación, amordazada y amarrada. Él estaba sentado en una silla observándome.—Al fin despiertas, mi amor.No dije nada, ni siquiera lo miré, pero sus ojos de psicópata me provocaban un inmenso terror. Se acerco a mí, sujetó mi cara entre sus manos y me obligó a mirarlo. Lentamente me quitó la mordaza y me soltó. Intenté escaparme de nuevo, pero al acercarme a la puerta estaba cerrada con llave. Su risa descontrolada me ponía muy nerviosa y me asustaba.—¿Pensaste que te ibas a escapar? —dijo sonriendo a la vez que se quitaba el pantalón. Tiró fuertemente de mi brazo, me empujó contra la cama y se echó sobre mí. Rasgó mi camisa y desabrochó el pantalón. Forcejeé y grité con todas mis fuerzas, le di una patada que momentáneamente me permitió alejarlo de mí. Acto seguido le fui lanzando todo lo que tenía a mano, afortunadamente logré golpearlo y dejarlo medio aturdido.Aproveché para intentar escapar por la ventana, sin vacilar un solo instante salté a pesar de que me encontraba en un segundo piso. Al llegar al suelo, noté como mi tobillo se fracturaba, caí al suelo dándome de bruces y sufrí varios rasguños.Sin hacer caso al dolor, corrí lo más rápido que pude hasta que llegué al pueblo. Allí me encontré con Drella.—¿Qué te ha pasado? —Dijo mi amiga asustada. —Carlos ha intentado violarme, he escapado por poco, pero creo que me he roto el tobillo. Sin poder parar de llorar, me dejé guiar por Drella. Fuimos a la posada, me cambié de ropa mientras ella recogía nuestras cosas. Juntas nos fuimos al coche, me llevó al hospital y una vez que me revisaron, tuve que ir a la comisaría a poner la denuncia.Al salir decidimos marcharnos del pueblo, el momento había llegado. Me despedí con nostalgia de todo aquello: los verdes prados, los frondosos árboles, las humildes casas...—¿Por qué viniste a este pueblo? ¿Fue por algo en especial? —le pregunté durante el viaje.—Pues ni sí, ni no. Vine huyendo de Alejandro, mi ex-novio.—¡Huyendo! ¿Por qué? ¿Es que es un tipo peligroso?—No, pero discutimos porque es muy celoso. No quiere que vea a nadie, no le gusta que salga sola a la calle, ni que tenga amigos... En un principio lo llevaba bien, pero cuando me ordenó hacer las maletas porque nos marchábamos a vivir a Argentina sin importar lo que yo quisiera, la gota colmó el vaso y me largué.—¿Y no sabes por qué motivo se comportó de ese modo tan de repente? —No. Como te digo, no dio explicaciones, se limitó a dar órdenes. —¿En qué trabaja tu ex-novio, si no es demasiado preguntar? —Es cantante pop. Es muy famoso en México, pero en el resto del planeta casi no lo conocen. —Tienes alguna foto para ver si me suena? Soy aficionada a las telenovelas, así que quizás…—Sí, claro, mira. Es muy guapo, pero también es muy imbécil. —Claro que lo conozco. Salió en una de mis telenovelas favoritas —Le devolví la fotografía.—¿Y a ti qué te trajo a este pueblo?—El destino, vivía en un orfanato. Cuando llegué a la mayoría de edad me echaron a la calle. Con el dinero que había logrado conseguir, me subí a un barco que me debía de haber llevado al Reino Unido, pero hubo un accidente y terminé aquí. —¡Vaya! Tu vida tampoco ha sido fácil.
—No
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Viento primaveralVeinte días más tarde la temperaturaempezó a subir, se visualizaban los primeros brotes, lo que indicaba que la primavera se acercaba. En breve, todo estaría lleno de color y fragancia. Realmente había sido una pena tener que abandonar el pueblo, nos perderíamosla floración de todas las plantas de aquella zona.Nosotras aún seguíamos nuestro viaje en coche, sin terminar de decidirnos por ningún pueblo en concreto. Pero tenía la esperanza de que el próximo sitio en el que paráramos fuese todo tan bello como en ese lugar, con la diferencia de que esperaba que todo nos fuera mejor.Cerca de las dos del mediodía llegábamos a un bar de carretera. El lugar era bastante bonito y estaba todo decorado con preciosas flores frescas, colocadas en unos jarrones muy sencillos, pero a su vez elegantes.De pronto Drella me gritó:—Abril, mira, es Andy —Intenté calmarla y le pregunté quién era ese chico. Ella me contó que Andy era un amigo de la infancia, del cual siempre había estado enamorada en secreto.—Fue mi primer amor —comentó con muchísima dulzura en cada una de sus palabras.Si te está gustando la historia y quieres seguir leyendo puedes adquirirla tanto en papel como en digital en amazón para más información y conocer más puntos de venta puedes hablar con la autora; [email protected]Original© Mary Martín Todos los derechos reservados