La crisis económica ha roto muchos proyectos y quebrado otras tantas realidades. El derroche y despilfarro y la malísima gestión han hecho imposible a los socialistas acariciar posibles coyunturas de reelección; carcomidos por su ineficiencia, no han tenido respiro ni para intentar ganar de veras la confianza de sus electores en la campaña del 20-N. No supieron acometer en su momento el control presupuestario conveniente y dar satisfacción así a la presión internacional; y así, ZP tuvo que retrotraer sus planes y emprender el camino de la austeridad, que, en efecto, era el que proponía la formación conservadora del PP. Por ello, gran parte de su electorado le ha dado la espalda; la gente se ha volcado mayoritariamente hacia el PP, pues creen que Rajoy los puede sacar de la ruina.
La UE, la deuda pública y los mercados nos apremian; necesitamos un hombre y un gobierno con entereza y resolución. Así fue en Roma el año 98. Trajano, nacido en Itálica, Sevilla, fue uno de los más grandes emperadores de Roma por su eficaz gestión de gobierno, así como su actitud de respeto al Senado y a la tradición; era de costumbres sencillas, pero de carácter firme y enérgico, administrador sabio y prudente y consumado político; ordenó la Administración Imperial, realizó numerosas obras públicas: caminos, puertos, acueductos y escuelas para la educación de los niños pobres y protegió a las familias numerosas y a los huérfanos, rebajó los impuestos, impulsó la agricultura, industria y comercio y favoreció las artes y las letras, Por todo ello, consiguió aumentar extraordinariamente la prosperidad del Imperio, entronizar la moralidad en la administración y hacer felices a sus súbditos, que reconocidos, le dieron el titulo de Optimo.
Aquí estamos en una grave encrucijada económica y social, se espera un fértil amanecer, un hombre optimo. Sabemos que se divisan en el horizonte tinieblas y grandes dificultades, no será fácil arreglar el déficit, la enorme deuda y el gran agujero negro del paro que nos dejan en herencia, Hay que corregir el desbarajuste de la administración autonómica, crear cinco millones de empleos y llenar las arcas del Estado; emprender la reforma financiera y contener el gasto público a niveles de las posibilidades. Será necesario devolver las competencias de Sanidad, Educación y Hacienda a manos del Estado, para garantizar el orden y la igualdad real. España necesita urgentemente su Trajano, un hombre de “carácter firme y enérgico, administrador sabio y prudente y consumado político”, asistido por ministros honrados, preparados y eficaces, que la saquen del hoyo y disipen la niebla que la atenaza. En suma, es cambiar el contenido y la forma de gobernar, que trasciende las esencia de las libertades, de los principios éticos y la organización del bienestar común, para realizar los cambios profundos que saquen esta sociedad del desastre económico y moral a que la han llevado.
C. Mudarra