Lo peor, siendo muy malo, no es que el gato se coma al ratón. Es un final escrito, sobre todo cuando la desesperación hace perder los nervios. Aun peor es que el ratón se resigne. Porque el gato no solamente se relamerá con la merienda, sino que tendrá la seguridad de que los ratones seguirán, día tras día, generación tras generación, siendo su plato. Por eso, la principal urgencia de los gatos es que los ratones no piensen, no se quejen, no planten cara, no digan que no a ningún gato. Los gatos, que saben que quien cree a un mentiroso no es antepasado de nadie, cuando el engaño arrecia se atusan, se asean con caros perfumes y entonan discursos muy envarados repitiendo que todo lo hacen por el bien de los ratones, que lo que les interesa es, por encima de todo, el bienestar de los ratones, y que hay escuchar, más allá de intereses partidistas, cuáles son los deseos de los ratones. Para seguir comiendo ratones.
Con este repetido cuento ¿alguien se extraña de que los gatos estén todos de acuerdo en criticar en un mismo maullido a Podemos? ¿Quién duda que no duden en buscar con urgencia su desaparición, que intenten inventar divisiones una vez que han fracasado a la hora de captar para sus filas a los ratones que creen más ambiciosos? Nunca desde que murió el Gran Generalísimo de los Gatos estuvieron tan procupados los felinos. Por vez primera los ratones tienen la posibilidad de atrapar en la gatera a sus feroces enemigos. Los zarpazos sin tasa de los gatos son palos de ciego de animales acorralados. El queso, falsas promesas para sentarnos todos en la misma mesa insistiendo en que ya no hay víctimas y verdugos.
Quien piense que las grandes empresas, las constructoras, los bancos rescatados, la servidumbre en nómina de los viejos y los nuevos partidos, la Casa Real, la Troika, las empresas de medios de comunicación, los que acogotaron a Grecia, los que intentaron que no hubiera un gobierno de izquierda en Portugal, los que insultan diariamente a Corbyn en Inglaterra, los que aplauden las medidas que los socialistas franceses están aprobando y que no se atrevería a proponer ni siquiera Sarkozy, los que subcontratan al gobierno turco para que le parta las piernas a los refugiados que considere, todos los que cada vez tienen más mientras los más cada vez tienen menos, en fin, todos los privilegiados del actual estado de la cuestión en Europa, andan profundamente preocupados con la posibilidad de que Podemos entre en el gobierno de España. Trabajan aún con la posibilidad de que Rajoy, en mitad del duelo de la Semana Santa, dimita por el bien de España, permitiendo una abstención a la que el PSOE no haría ascos. Es decir, que Rajoy cargue con las culpas de la corrupción del PP y ofrezcan su sacrificio y permitir el gobierno PSOE-Ciudadanos como prueba del propósito de enmienda de un partido encenagado por la corrupción: de ahí su negativa a renunciar. En el PP saben todos qué hacen en política. Por eso, sacrificios, los justos.
El encallamiento de la investidura de Sánchez ha puesto a correr el contador. El “sistema” no quiere elecciones. Es probable que de unos nuevos comicios pudiera salir un gobierno presidido por Podemos o bien un gobierno del PP con Ciudadanos. Ambos escenarios preocupantes para los que llevan digamos 40 años mandando. En el caso de una victoria de Podemos, evidente. En el segundo caso, con Podemos como primer partido de la oposición, igualmente intolerable para los responsables de la corrupción y los recortes. Se les rompería el mentiroso juego bipartidista. El recambio en un par de años del fracaso de ese gobierno sería Pablo Iglesias, con la obligación de levantar las alfombras e impulsar en Europa un cambio de política.
De ahí la intensidad de los ataques de esta semana, con un objetivo: quebrar la moral de Podemos. En nuestro país, con más de cuatro décadas de ejercicio democrático perdidas por la dictadura, las divisiones no se leen como algo normal en cualquier grupo humano ni como señal de vitalidad de las ideas, sino como fragmento y herejía. Por eso desde el PSOE -y sus voceros- se ha dado una vuelta más de tuerca planteando que hay bandos enfrentados en Podemos. Las dimisiones en Madrid -gestionados de una manera poco generosa por los dimisionarios, a los que no se les puede achacar ingenuidad- iban a ser a todas luces usadas por los enemigos del cambio para hacer ruido precisamente el día que Sánchez invitaba al PP a sentarse en la mesa de negociación de la investidura. (Creo profundamente en la crítica, pero se me escapa el momento elegido).
Podemos es un edificio asentándose al que necesariamente le van a crujir las vigas. El debate es ya parte de su ADN. ¿Se discute en una comunidad de vecinos y no se va a discutir en un partido político? Está bien incluso la torpeza de los que no son profesionales, y que no haya jugadas muy elaboradas en sus decisiones. Pero no caben ingenuidades cuando se está disputando un cambio de rumbo en Europa. Es una exigencia que nadie entre en el juego de reclamarse de ninguna sensibilidad personalista que no sea la de sacar a nuestro pueblo de sus muchos problemas. Quien le ponga apellidos a su trabajo en Podemos, brindando enganche a los enemigos del cambio, ocultando esta voluntad compartida que nos hizo nacer, está colocándose fuera de lo que quisimos construir con la fundación de Podemos. La existencia de supuestas familias en la formación morada es un invento de sus enemigos, intentando trasladar a la nueva política maneras de la vieja política. Eso no es Podemos.
El PSOE se enreda en su abrazo con la derecha, a lo que se añade el brote constante de nuevos casos de corrupción -ahora Galicia-. El PP es, al decir de los jueces, una asociación para delinquir y no va a haber cárcel ni pan para tanto chorizo. Ciudadanos es el más elaborado invento del poder económico para salvar a la derecha. Si el PP sobrevive, lo tendrán en la nevera. Si el PP se hunde, pondrán ahí todas las energías. Rivera es el perfecto vendedor de preferentes. Viene de ganar concursos de retórica. Entrenado en intuir la música que pega en cada momento, toca la flauta que corresponda. ¿Que la gente quiere ahora oír de pactos? Pues a hablar de pactos. Tienen razón los que dicen: “cuidado que es un bicho”. Algunos no queremos gente con pocos principios -pero muy flexibles- decida el futuro de España. Rivera es el queso de la resignación en el callejón sin salida que quieren dibujarnos. De ahí las encuestas que dicen: Podemos se hunde, Ciudadanos crece. Encuestas que no pueden incomodar a quienes las pagan. ¿Por qué no se presenta el grupo PRISA a las elecciones?
Es el momento de la gente. El 15M, el enfado con el bipartidismo, la rabia contra la corrupción, la oposición a los recortes, la defensa de lo público marcaron las elecciones del 20D. No perdamos esa indignación por culpa de unos medios de comunicación que no están al servicio de la democracia sino de los grupos económicos que los sostienen. No se trata solamente de que Podemos aguante los embates y los cantos de sirena y no traicione lo que vino a hacer (recuperar la democracia saliendo del bipartidismo). Se trata de que la gente no crea las falsas lecturas de lo que ocurre. La cúpula del PSOE lo ha dicho: con sondeos y la acusación de división interna debemos lograr que Podemos se abstenga. Por eso, pase lo que pase, donde de verdad está la pelota es en el tejado de la gente. Si el sistema la cansa, habrán vuelto a ganar. Si el pueblo se mantiene firme, las manipulaciones rebotarán. Señal de una democracia que va creciendo.