Una pareja de púberes se detiene en la calle, sus mochilas estudiantiles cuelgan laxas derramándose por sus espaldas. Ella le saca una cabeza, un poco de experiencia y bastantes redondeces,pero a él no le importa mirar hacia arriba. Se miran el uno al otro con las manos cogidas y sin dejar de susurrar. De pronto ella mira a uno y otro lado, y cuando se cerciora de que en la acera del mediodía no hay nadie conocido, le planta a él un rápido beso en los labios, beso que se convierte en dos, en tres, pero todos igual de apresurados. Al separar sus bocas inician la despedida, y entonces el motor de su libido vuelve a su ser, se empujan un poco y corretean, aún tienen en el rostro el rótulo de la adolescencia en prácticas.