Por fin España va bien, no hay más que oír a los tertulianos que quedan en los programas de televisión, los cuales dicen reconocer que a pesar de todo hay que aceptar que los datos son buenos, porque mejor trabajar una hora que ninguna y a fin de cuentas un empleo basura es la fase previa a que cuando éste crezca y se desarrolle se convierta en un empleo estable y suficientemente remunerado. Eso dicen, y hasta lo refrendan expertos economistas, que nunca vimos diciendo en su momento "esto se va a la mierda porque no se pueden empezar millones de viviendas cuando no se ha vendido ninguna". La realidad ha sido fagocitada por la propaganda más barata.
Todos coinciden, los datos son buenos, las expectativas esperanzadoras, se ha tocado fondo y se empieza a salir de la crisis, sólo que los que se la han comido con patatas, o más bien con los restos que encuentran en la basura, serán los últimos en notarlo, porque las crisis son así, su final es notado en primer lugar por los que no la han padecido y en última instancia por los que sí. Celebran de paso que se inauguren mejoras de las previsiones, que en la práctica es lo mismo que celebrar que en un futuro lejano la especie humana domine la galaxia, no hay pruebas pero hay motivo de gran alegría, puro cuento.
Y la economía de España mejora y crece, sin duda porque a más miseria de los ciudadanos más mejoran los datos de España. Y para refrendar los cojonudísimos datos españoles, salen las autoridades funcionariales a vender los fastuosos datos elaborados por sus respectivos ministerios. La de trabajo, es la que demuestra más cara dura a la hora de celebrar los datos de empleo que según ella se deben a la magnífica labor legislativa realizada por los de su ministerio, cuya única función es esa, hacer normas y celebrar sus resultados.
Porque la noticia es digna de que la tipa se ponga a bailar sevillanas mientras sus funcionarios se toman un vino español con cargo al bolsillo de los ciudadanos, España ya no tiene "casi" seis millones de parados, ahora ya sólo tiene 5,6 millones de parados, lo cual es como dicen los tertulianos una buena señal, aunque no sea empleo de calidad. Los citados parecen ignorar que entre empleo de poca calidad y una mierda pinchada en un palo hay ciertas diferencias, debe ser porque el suyo es de calidad por dedicarse a contar cuentos al público infantil o de capacidad de raciocinio de niño de menos de tres años.
Llámase empleo de baja calidad por ejemplo a los 837.000 que no son desempleados por haber trabajado al menos ¡una hora! a la semana durante ese período. No nos matizan si se trató de un trabajo de una semana, claro. Este colectivo de nuevos empleados para la estadística interesada de la propaganda oficial, si ha conseguido mantener ese fastuoso empleo durante todo el trimestre habrá ingresado unos 15 euros al mes. De putísima madre, se puede dejar de ser contabilizado como demandante de empleo y haber ingresado 45 euros en un trimestre. Sin duda hay motivos de celebración.
Luego viene el otro colectivo de empleados con trabajos que en un futuro, eso dicen, pueden convertirse en empleos dignos. Son 1.275.000 empleados que han encontrado trabajos de como mucho 9 horas semanales. Lo que vienen a ser casi dos horas de trabajo al día. Menudo chollo, estos privilegiados se han salido de la estadística de desempleo con unos ingresos de 133 euros al mes. Suponemos que todo esto es en bruto, porque después de aplicarles los impuestos correspondientes puede que les haya llegado a sus bolsillo la mitad, pues hay que tributar para pagarle el sueldo a la ministra y sus elaboradores de datos imperiales fastuosos, envidia de todos los países europeos que babean ante el asombroso milagro español.
Con este milagro contable de panes y peces ya sólo hay 5,6 millones de parados a los que se pueden sumar sin duda alguna los otros 2,1 millones de no desempleados porque han encontrado estos trabajos milagro que les permiten vivir con menos ingresos que un habitante del tercer mundo, que ya abarca de paso a un tercio de la población española. Así que las autoridades celebran que las cosas vayan maravillosamente bien, antes había 6,2 millones de parados, ahora sumando los que ellos descuentan, ya sólo quedan 7,7 porque decir que han encontrado empleo los anteriores es reírse de los ciudadanos en su cara antes de irse de vacaciones con los gastos pagados por los propios ciudadanos.
Como se les olvida sumar que en dos años se han largado de España otros 700.000, que sin duda ya no constan como demandantes de empleo en España, las cifras son aún más asombrosas, porque de hacer el cálculo en condiciones esos 7,7 millones de parados se convierten en 8,4 si sumamos a los que han podido huir de este paraíso de la propaganda estadística más miserable. Lo que sin duda pueden celebrar las autoridades es solamente eso, que gracias a su labor y la de todo su aparato burocrático han pasado de 6,2 millones de desempleados a 8,4 pero que haciendo las correspondientes trampas pueden dejar la cifra en 5,6 millones porque esto les permite ser felicitados por las autoridades europeas, el FMI, el gobierno alemán de la Merkel y la madre que los parió, que todos van a fingir creerse los datos que les cuentan porque así pueden escurrir el bulto de la miseria del español sur de Europa, que más que una periferia es ya una cloaca.
Por eso es delirante la escenificación de gobierno, administraciones, sindicatos y patronales reunidos diciendo que van a estudiar medidas para paliar la miseria de las familias que tienen "a todos sus miembros en paro", pero vigilando que busquen activamente empleo. Soberana estupidez, basta con revisar los puestos de los empleados de las oficinas de empleo para averiguar cuantos empleos han ofertado cada uno de ellos a los demandantes de empleo, porque a cuenta de eso es que cobran un sueldo todos los meses y un par de pagas extra al año. Y los que no cumplan un mínimo de diez ofertas al mes por parado asignado que se vayan a su casa para siempre porque no pueden cobrar como si trabajasen todo el mes cuando en realidad deberían estar dentro del grupo de empleados que trabajan menos de una hora a la semana.