Rosie Ruiz – Maratón
La cubana Rosie Ruiz Vivas llevaba una vida anónima como administrativa en una empresa metalúrgica en Manhattan, Nueva York. Pero el lunes 21 de abril de 1980 se convertiría en una celebridad después de ganar el maratón de Boston con la tercera mejor marca femenina de la historia, y rebajando en más de 25 minutos la suya, obtenida seis meses antes en el maratón de Nueva York. El excepcional registro invitaba a pensar que había algo extraño. Sorprendía que ningún otro participante recordase haber corrido junto a la atleta. Ningún fotógrafo, ninguna televisión tenía imágenes suyas durante la prueba. Y cuando Ruiz cruzó la meta con un tiempo de 2h 31m 56s, a tan solo cuatro minutos del récord mundial, saltaron todas las alarmas. En un primer momento, fue recibida con aplausos y laureles. Al preguntarle la prensa por su extraordinaria marca, dijo: “Me he levantado con mucha energía esta mañana”. No tardaron en aparecer pruebas del fraude. Dos jóvenes aseguraron haberla visto a media milla de la llegada saliendo de entre los espectadores para incorporarse al recorrido. También se supo que Ruiz ya había hecho trampas para conseguir la marca mínima para participar en Boston durante el maratón de Nueva York: allí incluso usó el metro para desplazarse de un punto a otro de la carrera. La Boston Athletic Association la desposeyó de su título y se le prohibió volver a correr en la prueba de la ciudad.
Dora/Heinrich Ratjen - Salto de altura
El de Dora Ratjen es un caso de incertidumbre de sexo. Para los Juegos de Berlín 1936, que Hitler preparó como escaparate de su ideología, la Alemania nazi se quitó de en medio a su mejor saltadora de altura, Gretel Bergmann, que era judía. Y encontraron a una joven de 17 años, Dora Ratjen, que había aprendido la técnica de Bergmann, llegando a igualar sus marcas. Nacida en 1918, ya desde entonces hubo dudas sobre su sexo. A los 15 años descubrió el atletismo y destacó rápidamente. En Berlín 1936, quedó cuarta en salto de altura. Su fulgurante carrera había comenzado y dos años más tarde llegaría su gran momento: con 19 años, en el Europeo de Viena, se elevó 1,70 metros del suelo, récord mundial en 1938. Pero en el tren que la llevaba de vuelta a Colonia, comenzó su desgracia. El revisor sospechó de aquella mujer grande y musculosa, a quien tomó por un travesti –travestirse era delito en la Alemania de entonces– y avisó a un oficial de las SS. Le pidieron la documentación. Su tarjeta de identidad la presentaba como mujer, y en su equipaje llevaba la medalla de oro ganada. No convenció al agente y pidió que le acompañara para someterse a un examen físico. El reconocimiento de los médicos nazis concluyó que Ratjen era un hombre. Pasó los siguientes seis meses internada en un sanatorio mental. Sus marcas, récords y trofeos fueron anulados, incluidos la marca olímpica y el oro logrado en Viena. A principios de 1939 la corte del distrito de Bremen decidió que a partir de ese momento comenzase a vivir como un hombre: Heinrich Ratjen. ¿Sabía el Reich que Dora era un hombre cuando la eligió? En unas declaraciones a la revista 'Time' en 1966, Heinrich declaró: “Siempre he sido hombre, pero el régimen nazi, obsesionado con ganar una medalla me obligó a competir como mujer”. El reportaje inspiró la película 'Berlín 36' (2009).
Boris Onischenko - Esgrima
El día después de vivir una de las jornadas de mayor gloria del olimpismo, con la rumana Nadia Comaneci logrando el primer 10 en la historia de la gimnasia, sucedió uno de los momentos más lamentables del deporte. El ucranio Boris Onischenko, un oficial del Ejército soviético que participaba representando a la URSS en Montreal 1976, en la modalidad de pentatlón moderno, fue expulsado de los Juegos. Onischenko, de 38 años, ya contaba con tres medallas olímpicas: dos platas y un oro, lo que le convertían en uno de los favoritos y uno de los más respetados de esta disciplina inspirada en las cinco modalidades que un soldado debe dominar: tiro con pistola, esgrima, natación, carrera campo a través y equitación (salto de obstáculos). Al término de la primera jornada, dedicada al salto, la Unión Soviética se encontraba en octavo lugar y Onischenko en un discreto vigésimo tercero. Nada preocupante: era la disciplina en la que peor se desenvolvía el equipo. El segundo día, durante la prueba de esgrima, en la que era favorito, enseguida comenzó a destacar. Venció fácilmente a los dos primeros rivales ingleses, pero el equipo británico comenzó a sospechar que algo raro pasaba: parecía que la espada de Boris puntuara sin dar al adversario. En el tercer combate, contra el capitán del equipo, Jim Fox, un punto en disputa subió al marcador de Onischenko sin que el arma le tocara. La delegación británica pidió que fuera revisada, pensando que existía algún fallo técnico. Era raro que el sensor dispuesto para contabilizar los puntos fallara en una competición de este nivel. Cuando los jueces revisaron la espada de Onischenko descubrieron un complicado mecanismo electrónico con un cable oculto y un botón que al ser accionado por el soviético marcaba tocados a voluntad.
Donald Crowhurst - Vela
Donald Crowhurst fue un veterano de la Real Fuerza Aérea Británica y navegante aficionado que murió en 1969 en la Golden Globe Race, primera vuelta al mundo a vela en solitario y sin escalas. El premio para el ganador era de 5.000 libras. Dueño de una empresa de productos electrónicos al borde de la bancarrota, Crowhurst vio en la regata una oportunidad para salvar su negocio. Hipotecó su casa para adquirir un trimarán, el 'Teignmouth', un velero de tres cascos que le fue entregado sin terminar. El 30 de octubre de 1968, la noche antes de partir, un empresario que aportó 8.000 libras para financiar el proyecto le hizo firmar un acuerdo: si no terminaba la carrera se vería obligado a devolver el dinero. Crowhurst se hizo a la mar y durante semanas avanzó lentamente. A la altura de Cabo Verde comenzó el engaño. Empezó a facilitar posiciones falsas de su situación y a escribir un segundo cuaderno de bitácora, con una ruta falsa. A mediados de enero, cerca de la isla de Gough, en el Atlántico Sur, Crowhurst comunicó a la organización que se veía obligado a desconectar la radio. Doce semanas después, 'reapareció' fingiendo haber doblado el cabo de Hornos y estar de regreso a casa. Para entonces se encontraba en tercera posición y con posibilidades reales de ganar. Esa hipótesis comenzó a aterrorizarle, pues en ese caso su libro de navegación estaría sujeto a controles escrupulosos. Decidió ir más lento y dejar que el 'Victress', de Nigel Tetley, que iba por delante, se llevara el triunfo; él quedaría en un heroico segundo puesto. Pero Tetley, pensando que le pisaban los talones, forzó el barco y naufragó. La noticia afectó a Crowhurst profundamente. Desesperado, a finales de junio, anotó su última entrada en el diario de a bordo. Su embarcación fue recuperada a la deriva en medio del Atlántico, lugar que nunca había abandonado. Se cree que se suicidó. Su cuerpo nunca fue encontrado.
Billy Collins Jr. y Luis Resto - Boxeo
Madison Square Garden, Nueva York, 16 de junio de 1983. En la velada se enfrentan la joven promesa Billy Collins Jr., de 21 años, y Luis Resto, puertorriqueño de 29, elegido 'ad hoc' para impulsar la carrera del primero. Collins Jr. se había criado en Tennessee. Poseía una marca increíble, 14 victorias en 14 peleas, 11 de ellas por KO. Su adversario era un rival duro, lo suficientemente experimentado como para enfrentarse a Collins Jr., pero no tanto como para representar una amenaza real. La pelea fue muy igualada hasta el tercer asalto. A partir de ahí, de forma sorprendente, Resto cogió el mando. El puertorriqueño lanzaba golpes al rostro de Collins Jr. Nadie podía creerlo. El favorito parecía no tener fuerzas para atacar. En un descanso, una cámara de televisión enfocó la esquina de Collins Jr. y se le escuchó decir: “Es mucho más fuerte de lo que creí… Parece que tiene ladrillos en las manos”. Tras 10 violentos asaltos, la pelea terminó con Collins Jr. seriamente herido y Resto levantando las manos en señal de victoria. Cuando Resto se acercó a saludar al padre de Billy Jr., el experimentado Billy Collins, este notó que en el interior de los guantes del vencedor había algo. El púgil intentó zafarse, pero Collins lo retuvo. Inmediatamente pidió a la organización que se incautasen de sus guantes. Resultó que estaban rellenos de mortero de yeso. El combate, que es recordado como una de “las peleas más sucias en la historia del boxeo”, puso fin a la carrera de ambos contendientes. A la joven promesa Billy Collins Jr., los golpes recibidos le dejaron lesiones graves y no pudo volver a pelear. Murió nueve meses después en un accidente de automóvil y muchos creen que se quitó la vida.
Gaioz Nigalidze - Ajedrez
El gran maestro de ajedrez Gaioz Nigalidze, de 25 años, campeón de Georgia en 2013 y 2014, fue expulsado del Abierto de Dubái en abril de 2015. El joven georgiano disputaba la sexta ronda del torneo ante el armenio Tigran L. Petrosian cuando este comenzó a sospechar de su rival: en cada momento tenso, se excusaba para ir al baño. Y más extraño aún: de los tres compartimentos en los servicios, Nigalidze siempre usaba el mismo. Con la partida interrumpida por quinta vez, Petrosian solicitó al árbitro que observase la conducta del gran maestro. Tras una inspección de los aseos se descubrió que el georgiano había escondido un 'iphone' con un 'software' de análisis de juego debajo de una pila de papel higiénico. En la pantalla del teléfono aparecía un tablero con la misma colocación de las piezas de la partida que estaba disputando. El georgiano negó que el 'iphone' fuese suyo, pero había otra evidencia significativa: el aparato estaba registrado en una red social con una cuenta a su nombre. Más tarde Petrosián confesaría que ya había sospechado de Nigalidze en otro torneo, celebrado un año antes, y que el georgiano había ganado. El caso llamó la atención sobre todo por la categoría de su protagonista, un gran maestro, dos veces campeón de Georgia. Nigalidze ha sido sancionado con la prohibición de participar en cualquier competición durante los tres próximos años y despojado de su título de gran maestro.
MIGUEL A. ARIAS
"Los grandes tramposos del deporte"
(el país, 30.03.16)