(publicado en Pantalla 90)
Los británicos Christopher Nolan y Danny Boyle se caracterizan por su estilo innovador. Sin embargo, que ofrezcan distintos y sugerentes enfoques, no quiere decir que busquen un público peculiar o muy reducido, sino que más bien intentan dirigirse a un amplio espectro de espectadores, contando buenas historias. Trance (2013) está claramente influenciado por cintas de Nolan como Memento y Origen, dos obras maestras del montaje cinematográfico.
A Danny Boyle lo conocemos por obras de cierta profundidad como Slumgdog millonaire, 127 horas o Millones, aunque el film en cuestión carece de esas virtudes. Desde que ganara el Óscar hace unos años tiene un acuerdo con Pathé y Fox Searchlight (dos productoras de las que han salido buenos trabajos), que le permiten hacer lo que quiera siempre que el presupuesto no supere los 16 millones de euros, lo que le da libertad, entre otras cosas, para el montaje y los giros de la trama.
Simon (James McAvoy) es una persona adicta al juego, que se encarga de la seguridad de una galería de arte. Después del robo de una joya pictórica se convierte en una pieza esencial para la resolución del caso, pero, al sufrir amnesia por un golpe recibido, la hipnosis se presenta como el único modo para recuperar la memoria. La encargada de la tarea será una terapeuta interpretada por Rosario Dawson.
La idea de este largometraje proviene de un telefilme escrito y dirigido por Joe Ahearne que adapta John Hodge. Boyle ha intentado aportar su grano de arena al género negro con su toque personal y renovando la visión que tenemos de la mujer fatal. La verdad es que resulta muy atractiva visualmente hablando y la intriga se mantiene hasta el final, un detalle que no siempre cumple esa premisa en los thriller de los últimos años, pues algunos de ellos nos desvelan las claves a mitad de la trama. El inicio es brillante, pero en la segunda parte se desinfla y enlentece demasiado. El final es más o menos sorprendente. No obstante, hace uso gratuito de la violencia, ya que no era necesario ser tan reiterativo y gráfico. Por otro lado, pensábamos que el destape erótico-festivo sólo ya se encontraba y continuaba en el cine español y francés, pero este cineasta resucita el género, mostrando alguna que otra escena, que no aporta nada al relato y que parece forzada y metida con calzador.