Revista Opinión
Transcurre abril como la primavera y como la vida, con inestabilidad. Se producen días luminosos con otros nublados y tormentosos, del mismo modo que vivimos momentos rebosantes de salud y felicidad con ocasiones de achaques y quebrantos que nos hacen doler el alma. El sol brilla esplendoroso algunos días para ocultarse el siguiente tras nubarrones que hacen retumbar el cielo gris con truenos y relámpagos que asustan a niños y adultos. Así también amanecemos radiantes y vigorosos algunas mañanas, ignorando que en otras permaneceremos en la cama inquietos por las dolencias y los impedimentos. Las estaciones sufren la misma inestabilidad que cualquier período de la vida de las personas. La primavera es tan proclive a los vaivenes atmosféricos como la juventud a la desorientación y el inconformismo. No son extraños los días frescos en verano como los calurosos en invierno. Las canas otoñales pueden brotar tempranamente en la primavera de la vida igual que el furor juvenil en el ocaso de la existencia. Nada es inmutable ni estable aunque se rija por ciclos imparables. Así transcurre abril, inestable como la primavera y poco fiable como la vida misma. Porque todo es transcurrir, simplemente, sin dar nada por establecido. ¡Buen día, y que transcurra bien!