Por Lucia Bayce Filloy
Todo está cambiando. Acuciado o no por la pandemia, la digitalización, la innovación e incluso la forma en que nos relacionamos están dando la vuelta a la forma de comprender y mirar el mundo. Las empresas, entendidas como organizaciones de personas, se enfrentan al reto de ser capaces de desarrollar una cultura de empresa propia, atractiva, diferencial y alineada con su propósito, su audiencia y el perfil de sus trabajadores. Y dichas empresas deben ser a la vez capaces de abrazar nuevas formas y fórmulas de trabajo, manteniéndose abiertas al cambio y coherentes consigo mismas. La transformación cultural es un viaje desafiante, pero esencial, para el éxito y la sostenibilidad de las empresas en el entorno empresarial actual. "Superar los retos asociados con este proceso requiere un enfoque proactivo, un liderazgo sólido y un compromiso genuino de toda la organización hacia la evolución continua.
El cambio es una constante humana, ya lo decía Heráclito hace veinte siglos, pero lo que el sabio griego no podía ni siquiera intuir entonces es la velocidad de vértigo a la que se sucederían esos cambios hoy. La tecnología evoluciona tan rápido que cada avance se queda casi obsoleto de un día para otro y, en ese contexto, el mundo laboral se ve obligado a adoptar nuevas tecnologías, nuevas formas de trabajar y nuevas formas de interactuar. ¿Cómo hacerlo con garantía de éxito? En la transformación culturas y de cambio en las empresas, está la respuesta.
La transformación cultural de las empresas no es un tema menor cuando se piensa en transformación digital. Los expertos coinciden en que todo proceso de transformación exige la adopción de una nueva cultura al interior de las organizaciones, donde las nuevas formas de trabajo, más ágiles y flexibles, se convierten en el motor que impulsa el verdadero cambio.
Las empresas definen su misión, visión y objetivos, entre otros aspectos. Sin embargo, esto no lo aterrizan en su cultura empresarial produciéndose una distorsión entre lo que dicen que son y lo que realmente son. Si realmente se desea conseguir una empresa con éxito, es preciso mantener la coherencia entre lo que se dice y lo que se es, además de adaptarse a los cambios, mediante la transformación cultural.
Mi experiencia me dice, que son los líderes de las empresas los que deben dar las pautas y el ejemplo para que los equipos se integren y tengan autonomía de crear, de buscar su inspiración, no solo para lograr el objetivo de la empresa, sino para cubrir la necesidad del cliente. Son esos líderes los que deben primero abrazar la democratización de las ideas e interiorizar los beneficios de la colaboración.
La nueva cultura organizacional implica, a su vez, transformaciones en la forma de liderar y la inclusión de nuevos valores (igualdad, diversidad, participación, comunicación, etc.) en la gestión de personas, que permiten a las y los profesionales disponer de los mejores recursos para realizar su trabajo con mayor productividad, evolucionar y desarrollarse. Implica también que estas nuevas formas de hacer y los nuevos valores permeen en las personas y los hagan suyos, tanto de forma individual como colectiva. En este sentido, la cultura organizacional se presenta como un elemento clave para la Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres, pero no es suficiente con transformar los procesos de trabajo. Un cambio organizacional sensible al género debe incluir la igualdad como eje transversal en los nuevos modelos de trabajo, en la visión y en los valores compartidos. De este modo, las palancas para el cambio organizacional servirán para transformar las desigualdades y generar entornos laborales basados en la equidad.
Las empresas que han fracasado en lograr el cambio organizacional "se debe a que tenían un enfoque muy superficial. Pensaron que podía haber mucha comunicación, conferencias, hablar de los valores de la empresa, pero no estaban preparados para hacer el trabajo más difícil que es a nivel personal, poner el espejo delante de los ejecutivos, darse cuenta quiénes funcionan mal y tener la humildad suficiente para reconocer que tiene que cambiar". El cambio de cultura de una compañía también hará reaccionar a la competencia, la que también intentará reorganizarse, "pero eso también le tomará tiempo, porque no se trata de adaptar una nueva tecnología o un nuevo producto".
Por último, lejos de que la cultura se desayune todas las mañanas a la estrategia, y de que ésta, no puede estar clara, dada la incertidumbre que impregna el ecosistema laboral y empresarial actual, la transformación de las organizaciones tendría que pivotar en torno a un triple balance. Por un lado, debería buscar la rentabilidad y eficiencia de la economía. Por otro, pretender la felicidad del trabajador en su empresa. Y, finalmente, aspirar a su sostenibilidad por el planeta. La transformación se hará con las personas, con la tecnología, desde la economía y con el planeta, o no será. Las empresas del siglo XXI, no son las que tienen un CEO que lidere, sino las que tienen una cultura que transmite.
Fuente: https://www.elmundofinanciero.com/noticia/112201/analisis-y-opinion/transformacion-cultural-de-las-empresas:-el-poder-del-cambio.html