Revista Diario

Transición: de los purés a los trocitos

Por Belen
A petición de mi amiga Mamá contra corriente, hoy voy a hablaros de cómo mi peque pasó de comer purés a comer sólido. La verdad es que es una etapa complicada, de muchos cambios, más de un lloro. Los niños a veces se confunden, rechazan, aceptan, un follón.
Mi consejo es afrontarla con toda naturalidad y quitándose muchas ideas de la cabeza, por ejemplo:
* Comerá menos si le doy algunos trozos
* El puré es más completo y le alimenta más
* Tiene que tomar X medida de puré sino es que no me come
Olvidáos de todo eso, de cantidades, alimento, necesidades. A partir del año, aproximadamente (variará según el niño) necesitan probar cosas, empezar a masticar, aunque aún no tengan apenas dientes, nuevas texturas, nuevos sabores,...., forma parte del crecimiento y de su desarrollo.
Mi hijo empezó a comer purés a los 6 meses aproximadamente. Desde la primera cucharada los devoró, verduras, carne, pescado, pollo,...., salvo el de frutas, el resto le encantaban, ¡todos!, con calabaza, con calabacín, con puerro, patata, zanahoria, judía verde, daba igual, todo le venía bien. Su preferido, desde siempre, el de pollo. De hecho hoy en día su plato preferido es el pollo asado, aunque lo adora de cualquier forma.
A partir del año, empezó a comer menos cantidad, se dejaba puré, le hacía ascos, aunque lo comía pero ya no era el devorar de meses atrás. Y de repente pasó de los purés caseros de mamá a los potitos y a los trozos de comida. Esto con 13 meses.
Transición: de los purés a los trocitosPara que comiera fruta sin miedo a atragantamientos varios, utilicé esta redecilla de la imagen. Le encantaba comer así trozos de plátano, manzana, pera. Y de ese modo empezó a apreciar la fruta.
Comía galletas María sin dificultad, pan, jamón de york, fiambre de pavo, queso. He de decir que a esta edad tenía una dentadura muy apañada. Y comenzamos a cenar pescado a la plancha, trocitos de lenguado muy hechos, ¡¡le encantaban!!, tortilla francesa, pollo cocido o a la plancha. Lo devoraba del plato. Intentaba darle purés, pero fue imposible. Poco después de cumplir el año cerró la boca y no hubo manera. Así que sustituí mis purés por algunos potitos. De postre por la noche tenía pecho, aún continúabamos con la lactancia. Supuse que si el niño se quedaba falto de algo, o con hambre, mamaría más, pero no fue así. Debe ser que le alimentaba lo que comía de lo lindo. El niño mamaba como siempre. No perdió peso, al contrario, siguió ganando, aunque más estable.
Con 14 meses le daba sopitas de pollo. Otro de sus platos preferidos, sopa con fideos. Al principio teníamos que ponerle babero, y miles de servilletas de papel, servir el doble de la cantidad que quería que se tomara, porque espurreaba la mitad, pero le encantaban. Y ya con 15 meses tomaba un primero y un segundo. El filete de ternera intenté incorporárselo y lo aceptó, en trozos muy pequeñitos y super tierno. Desde siempre le gustó. Salchichas de pavo, y así fuimos creando una lista de alimentos suaves y fáciles de comer. Pero a veces no era fácil y teníamos que recurrir al potito de marras.
Poco a poco creamos menús adecuados para las comidas y las cenas. Y el desayuno también empezó a cambiar, nada de papillas, leche muchísima menos. Esto me preocupó, sobre todo porque te martillean la cabeza con eso de que debe tomar medio litro al día. Lo consulté con el pediatra, me recordó que el niño tomaba yogures, queso, pecho,..... lacteos suficientes. Y también me dijo que a partir de esta edad empiezan a tomar mucha menos leche. Y así fue. Los desayunos empezaron a ser de pan tostado con aceite. Un día probó una rebanada de pan que yo me hice, y no quiso otra cosa en meses. Intentamos continuar con la papilla, pero era misión imposible, así que para qué batallar. Era feliz tomándose sus tostadas de pan. Lo acompañábamos de un yogur y se quedaba la mar de satisfecho.
Con 15 meses abandonó la lactancia, por algún que otro sobresalto que ya os contaré (tengo pendiente la última parte de Historia de mi Lactancia), y empezó a tomar yogures también por la noche.
En comparación a cuando tomaba purés, pues sí, comía menos. Con los purés hay que tener un cuidado de aupa, porque echas y echas y en volúmen no se nota. Pero cuando cumplen un año su ritmo de crecimiento disminuye y a veces se nos olvida. Los niños se regulan perfectamente, ellos serán los que te marquen el ritmo de alimentación. Y los adultos debemos estar ágiles para comprenderles y respetarles ese ritmo. Tranquilas, no perderán peso, no dejarán de crecer, no se alimentarán mal. Pero tienen que cambiar, tienen que empezar una nueva etapa. Dejadles comer, lo disfrutarán. Dejad que prueben cosas, texturas, olores, sabores. Dejad que descubran. Esto hará que se diviertan con la comida, que sean atrevidos a la hora de probar, dejemos que el paladar se vaya acostumbrando a esta nueva etapa.
Visto ahora, desde la distancia me sonrío con cierta nostalgia. Pero realmente fue una etapa muy dura, no sabes qué darle, no sabes si le gustará, te rechazan muchos platos, algunos días comía francamente mal. Pero es lo que tiene que suceder.
Hoy en día mi hijo come bien, o muy bien. Come poca verdura, no come arroz, que lo detesta. Pero el resto.... en un santiamén y solo. Le animamos desde muy pequeño a masticar, a probar cosas y eso seguimos haciendo, animarle a probar. A veces cuela, a veces no. No debemos estancar a los niños en los purés para asegurarnos una alimentación más completa o porque realmente es lo más cómodo. Debemos ser primero nosotros atrevidos, para conseguir que ellos lo sean.

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