¿Cómo afronta los cambios que se producen en su vida? Adams, Hayes y Hopson identifican un patrón en la forma como afrontamos aquellos eventos significativos que experimentamos en la vida, ya se trate de transiciones positivas o negativas.
La primera fase que experimentamos cuando se produce uno de estos cambios es la inmovilización. En este momento la persona se encuentra desbordada por el evento y es incapaz de comprender sus dimensiones y consecuencias, mientras observa con incredulidad cómo se desarrollan los acontecimientos.
Posteriormente incurrimos en la minimización. Es un momento de euforia o desesperación en el que negamos o minimizamos el impacto del cambio. Esta negación la podemos interpretar como un intento de recuperar la normalidad sin embargo, conforme se manifiestan las repercusiones del evento, la persona comienza a experimentar dudas sobre su capacidad de aceptarlo. Es en esta fase, la de las dudas, cuando la transición puede prolongarse más de lo debido pudiendo aparecer el miedo, la sensación de pérdida de control de la vida e incluso la depresión.
Una vez superadas las dudas, la persona comienza a aceptar la realidad, a entender que la vuelta al pasado es poco probable, y a asumir que es necesario comenzar un nuevo futuro. Tampoco es esta una etapa fácil, pues puede estar acompañada de sentimientos de resignación y ansiedad ante un escenario poco definido. No obstante, una vez aceptada esta nueva realidad, comienza el momento para experimentar y para ensayar aquellos nuevos comportamientos, actitudes e identidades que trae el nuevo escenario. Es en este momento de la experimentación cuando mejora el estado de ánimo, aunque también pueden regresar las dudas y los sentimientos de inseguridad.
El proceso de transición finaliza con la búsqueda de sentido. Es un ejercicio de reflexión en el que la persona intenta darle sentido a todo lo sucedido, a contemplar cómo encaja en su vida y a valorar qué lecciones le ha enseñado la experiencia para aplicar en futuros procesos de cambio.
Ya se trate de un cambio profesional, familiar o personal, los eventos significativos nos obligan a revisar nuestros valores, nuestra imagen y nuestras relaciones. No es un proceso fácil, pero es importante que lo pueda superar de la mejor forma posible. Todo un desafío.