Transparencia

Desde hace casi dos semanas no se habla de otra cosa y obviamente, uno no puede permanecer al margen. Comentarios, opiniones y alguna que otra reflexión de esos eruditos que nunca faltan. Lo cierto es que escucho de todo sobre el llamado Caso Bárcenas, un golazo del periódico El País que destapó una de las supuestas tramas de corrupción más vergonzosas de este país y que ahora muchos dirigentes del Partido Popular (PP), como  María Dolores de Cospedal o el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se encargan de desmentir en los medios de comunicación afines y de desviar la atención hacia cuestiones más triviales evitando el fondo del asunto.

Luis Bárcenas, ex tesorero del PP desveló datos sobre la presunta financiación ilegal de esta formación política y de pagos de sobresueldos en negro a muchos de sus dirigentes, incluido Rajoy.

Lo cierto es que la financiación de los partidos políticos en España sigue siendo una asignatura pendiente. Digo esto, porque a pesar de estar regulada en una ley de 2007, que fue modificada en 2012 debido a la actual crisis económica casi nadie la cumple. La mayoría de los partidos sobrepasan el límite legal en lo que respecta a los donativos privados, principal fuente de financiación que hasta la modificación de la citada normativa no podía exceder los 60.000 euros.

La ley española de los partidos políticos está vacía de contenido y da lugar a las especulaciones, porque permite que se autorregulen. Quizás, este caso, obligue a los actuales dirigentes a proponer una modificación que contemple, por ejemplo, la posibilidad de someterse a auditorías externas. Eso ocurre en otros países europeos, como por ejemplo, Alemania.

Y aunque no es garantía de que finalmente no haya corrupción, es un síntoma de transparencia de cara a los ciudadanos por parte de quienes ostentan la representatividad política. La misma que le falta a Mariano Rajoy para dar la cara, pese a todas sus promesas de que siempre lo haría y que diría en todo momento la verdad.