¿Transporte público o coche con un bebé?

Ayer tuve mala experiencia llendo en coche con el bebé.  No le gustó nada y fue llorando todo el trayecto. No fue algo largo pero a mi se me hizo eterno. Me daban ganas de decir para que voy en otro medio pero íbamos por la ronda y habían ido a buscarme expresamente. Por eso a la vuelta reusé lo más educadamente posible el ofrecimiento de llevarnos en coche y volvimos en metro aunque llegáramos a casa pasadas las 23h. (Fuimos a cenar a casa de unos familiares) Ay que mal se pasa cuando tu peque llora y no puedes hacer nada. Moría de ganas de cogerlo y ponerlo al pecho, pero basta que lo haga y pase algo. 
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Se que hay bebés que adoran ir en coche. A mi de pequeña cuando no podía dormir de noche mi padre me daba un par de vueltas a la manzana con el coche y caía frita.  Hoy al ir al cole y al volver he tenido lloros, no se si se ha traumatizado con lo de ayer que no quiere carro tampoco. Ya he tenido que ir con bebé en brazos y carro con la otra mano. Así que esta tarde lo llevo en el fular directamente. ¿vuestros bebés adoran viajar en coche o lo aborrecen?

Por otro lado la vuelta tampoco fué fácil.  Hay que aprender a moverse con niños en el metro y no morir en el intento.  Alguna vez he ido en metro cuando tenía 4 y el peque iba en el carro pero lo paso fatal para controlarlos y sobre todo en el momento subir-bajar con los segundos contados. Me da pánico que se quede uno dentro o fuera ya que tengo más hijos que manos y todos pequeños. Ayer como iba mi marido conmigo iba más tranquila. Yunes en el fular y los otros cuatro tenía cada uno su mano. Lo malo es que hemos ido a la otra punta de Barcelona y eran dos metros con unas 10 paradas cada uno y se les hace largo. Así que empiezan a moverse demasiado y a gritar, jugar... además era tarde y estaban ya con la risa floja. Esa risa que conocen las madres que está entre la risa de la edad del pavo y la de borracha con el puntillo. Vamos que un viaje agotador, pero mejor que la ida en coche con el bebé llorando . Conclusión que tiene que merecer mucho la pena el destino para que volvamos a repetirlo.