El Sr. Trapero se ha hecho famoso en Cataluña, donde se le considera casi un héroe, desde la ignorancia propia de un ciego sentimiento independentista; los orígenes de este insigne funcionario no son catalanes, como corresponde a todo buen separatista que se precie; rehusó la instalación de bolardos que se le recomendó como medida preventiva, por considerarla “postureo” (sic) y quien abatió a cuatro de los cinco terroristas era un exlegionario de cabra y trompeta, y no un policía catalán con pedigrí histórico de Granollers.
Consiguió mosquear a un representante de los medios de comunicación extranjeros por el empecinamiento en repetir en catalán la información facilitada a los periodistas foráneos, relegando el castellano -decir español en Cataluña es signo inequívoco de fascismo nacional- a un tercer o cuarto lugar haciendo más que buena la imposición -inmersión- de un idioma minoritario que enorgullece a un pueblo cuyos dirigentes tienen a sus hijos estudiando inglés y alemán. En fin, que este policía de medio pelo y pistola al cinto en sus comparecencias, representa perfectamente el espíritu independentista: Un punto de prepotencia, un rictus de honda preocupación por la situación catalana, que solo refleja una ignorancia consciente -léase el asunto de los bolardos- y un empecinamiento ridículo en la utilización de un idioma minoritario que, más que diferenciar, aísla a quien lo utiliza. Enhorabuena.