Revista Deportes

Trapicheos taurinos en Priego de Córdoba

Por Malaka

Plaza de Priego Cordoba

Plaza de toros de Priego de Córdoba

La esencia de los trapicheos taurinos la vivimos en Priego

Por Rafael Cobo Calmaestra, en Priego Digital (25 de marzo de 2011)

Cinco días después del desaguisado ganadero del pasado domingo, con tiempo para reflexionar y sobre todo, para confirmar y cotejar varios datos, voy a intentar poner en orden alguna de mis impresiones, muy particulares por cierto, de lo que pasó con los Yerbabuena.

Si mal no recuerdo, varios días antes de que se anunciara oficialmente el cartel de la reapertura, que no inauguración como algunos nos han querido vender tirando por la alcantarilla 119 años de historia, ya adelanté que la ganadería sería la del señor Ortega Cano, no dando crédito muchos aficionados a lo que estaba diciendo, primero porque se suponía que serían Miuras y segundo porque el resultado de esta divisa estaba dejando mucho que desear. Por eso, el día de la susodicha presentación, cuando vi en el cartel anunciadas las reses de Julio de la Puerta, el corazón me dio un brinco de alegría, sobre todo porque me gusta esa ganadería y porque en Priego, todavía recordamos aquel gran toro jabonero, Dictador de nombre, al que Espartaco le cortó el 3 de septiembre de 1989 dos orejas y rabo y que de estar en vigor el nuevo reglamento seguro que hubiese indultado. Así que nada más salir de allí me puse en contacto, gracias a mi gran colega en las tareas informativas Salvador Giménez, con Julio de la Puerta para visitar La Valdivia y hacer un reportaje sobre los toros que se lidiarían en Priego, desplazándonos hasta la finca del ganadero sevillano el sábado 5 de marzo.

Varios días antes ya comenzó a rumorearse que la corrida de Julio de la Puerta no vendría a Priego tomando nuevamente peso la de Yerbabuena, algo que nos anunció la empresa, curiosidades de la vida, en el camino de regreso de Osuna a Priego, y que se confirmó tres días más tarde cuando se colocó la cartelería oficial del festejo.

No podía entender, o mejor, no quería entender, qué había pasado, porque la corrida que Julio tenía prevista para Priego tenía muy buena pinta, sobre todo varios toros con mucho cuajo y muy serios, siendo además una ganadería que contaba con el beneplácito de todos los integrantes del cartel. Bueno, de todos de todos no, porque al parecer, y digo, al parecer, el apoderado del señor Rivera comenzó a poner problemas. Pero eso es otra historia.

En fin, que cuando ya fue oficial que Yerbabuena sería la ganadería que lidiaría en Priego en el festejo de reapertura de Las Canteras, me puse manos a la obra a buscar información de todo tipo, porque había llegado a mis oídos que varios de los toros que vendrían a Priego, probablemente, y digo probablemente, ya estuvieron en Montoro el pasado mes de octubre en el festejo que se suspendió por la lluvia. Así que tomando datos de aquí, otros de allí y moviendo Roma con Santiago, nos enteramos que hace dos años salió  de Castilblanco de los Arroyos, en concreto de la finca en la que pastan las reses propiedad del señor Ortega Cano, un lote de erales en dirección a Salamanca, en concreto a Matilla de los Caños, casualidades de la vida, a la finca propiedad del apoderado de uno de los diestros que intervendría en Priego, en concreto del señor Matilla, que para que nos entendamos y hablando en plata, por lo que he podido saber en estos últimos días, también junto a sus otros menesteres se dedica a la recría de ganado bravo, ya que también pastan en su propiedad reses de otras ganaderías como la de Mari Carmen Camacho ¡¡oh!! sorpresa, y Toros de San Miguel, ganadería que está administrada judicialmente.

Pero claro, todo ésto eran nada más suposiciones hasta que el sábado por la mañana, cuando me disponía a presenciar el desembarco, veo aparcado en el exterior de la remozada plaza que el camión que traía el ganado pertenecía a una empresa de Salamanca (Marga García Varas), para más señas con sede en la localidad de Sancti-Spiritus, a pocos kilómetros de El Cabaco, término en el que se ubica la ganadería del señor Matilla, confirmándome una llamada telefónica al número que figuraba en la puerta, que las reses habían salido de dicho emplazamiento y para más inri, que era la empresa habitual con la que el empresario-ganadero-apoderado y recriador de ganado bravo trasladaba las reses de su propiedad.

Claro, de golpe y porrazo empezaban a atarse cabos que confirmaban mis peores sospechas. El trapicheo taurino en su más pura esencia. Animales que salieron hace dos años de Andalucía como erales y regresaban ahora como toros, según me han confirmado esta semana fuentes oficiales de la Consejería de Agricultura. El dueño de unos toros a punto de podrirse, que a su vez es apoderado de uno de los toreros acartelado y para colmo de males, es uno de los que manejan el cotarro de la Fiesta, tiene el suficiente poder para decir lo que se torea y quién lo torea, encasquetando en Priego semejante regalito, ya que de lo contrario, o eso o nada. Así que el empresario, a callar y a pasar por el aro, o en caso contrario, se acabó la sopa boba. Por cierto, todavía estamos esperando una explicación oficial del cambio de ganadería, por lo que podemos barajar varias hipótesis: o no le gustaba a Fandi, o no le gustaba a Rivera o el empresario-ganadero-apoderado y recriador de ganado, tenía que colocar como sea una corrida que se le había quedado colgada y que se iba a comer con patatas dentro de poco. Me decanto por ésta última.

Y claro, cuando empezaron a bajar uno a uno del camión los supuestamente Yerbabuena y Mari Carmen Camacho, ya que como digo, al menos los titulares del festejo pasaron dos años de sus vidas en tierras charras, y los sobreros también estuvieron una temporadita por aquellos lares, la decepción fue brutal, primero por las hechuras (toros feos y bastos, desiguales a más no poder) y segundo por el comportamiento extrañísimo de alguno de ellos, muy nerviosos diría yo para la tranquilidad que allí se respiraba, tanto el día del desembarco como tras ser enchiquerados el domingo, hasta tal punto que ayer pude ver en la plaza los destrozos que la mayoría provocaron en los chiqueros, algunos de cierta consideración.

Hago un pequeño inciso antes de entrar en el tema de los pitones, para preguntarme si se cotejó por parte de la autoridad competente, espero que sí y así lo creo, las guías pecuarias de estos toros y la identificación de la explotación ganadera de procedencia, guías que deberían estar firmadas en La Fuente de San Esteban, provincia de Salamanca, ya que en caso contrario, estaríamos hablando de una falsificación y eso son ya palabras mayores.

Pero sigamos. Tras la procedencia y las hechuras vinieron los pitones. ¡¡Dios mío de mi vida!!!. En los últimos diez años, en los que he recorrido con mi cámara acuestas la mayoría de plazas de la provincia, alguna que otra de Jaén y otras cuantas de Granada, fijas y portátiles, no había visto una cosa así. El afeitado, sí lo digo así de claro, si supuesto ni leches, afeitado, es de lo más descarado que he visto en mi vida. No daba crédito a lo que estaba viendo, y menos que los veterinarios y la autoridad del festejo dieran en el reconocimiento aquello por bueno. ¿Pero estos señores no tienen ojos o es que también forman parte del círculo vicioso?. ¿No se les caerá la cara de vergüenza a los señores veterinarios cuando en otras plazas de similar categoría tiran para atrás una corrida entera por “falta manifiesta de trapío” o sospechas de manipulación?.  ¿Y la Presidenta, máxima autoridad en el reconocimiento, no dijo nada?. ¿Le parecieron bien unos pitones a los que les faltaban varios centímetros y que en algunos casos (lo del número 80 era de Juzgado de Guardia), estaban más romos que los arreglados para rejones?. ¿Solicitó el análisis post mortem de estos animales?. Pues no, ni unos ni otros abrieron la boca y callaron de la manera más cobarde posible.

El resultado lo vimos todos un día después en el ruedo. Una auténtica  ¡¡vergüenza!!, un desprestigio para Priego, como así se corroboró un día después en la mayoría de las críticas del festejo en un buen número de medios de comunicación (salvo las excepciones de los palmeros de siempre, a los que eso de bailar con la más fea no les gusta nada de nada). Numerosas páginas web’s y blogs taurinos (sin desperdicio alguno el artículo publicado al respecto por Salvador Giménez en el blog  Córdoba Taurina) e incluso la Unión de Abonados y Aficionados Taurinos de Córdoba clamaron al cielo y expresaron su más profundo desacuerdo con lo ocurrido en Priego.

Y para los aficionados, después de nueve años esperando tan especial momento, pues que quieren que les diga. Una auténtica bofetada en la boca, como muchos me están transmitiendo estos días, limitándose a la más profunda de las resignaciones ante lo que vieron y que esperemos no tenga consecuencias negativas en próximos festejos.

Tampoco me atrevo a imaginar lo que pensaría de semejante aberración el señor Manuel Brenes, a la postre director de Juegos y Espectáculos de la Junta, que presenció en directo desde una barrera de Sombra un festejo, que tomó tintes cómicos cuando uno de los diestros se permitió pedir que se cambiase el toro, porque según el susodicho, el animal no veía. Pañolazo verde que te crió y a seguir el rollo a estos caraduras.

Como conclusión a este desaguisado sólo puedo añadir que en Priego hemos tenido la ocasión de sufrir en nuestras propias carnes una de las causas, sino la principal, que más daño está haciendo a la Fiesta: el trapicheo taurino realizado por los propios taurinos. Esa práctica nauseabunda que adultera la esencia de este ritual, que mutila a los animales afeitándolos descaradamente, que sustituye ganaderías sin argumentos y lo más importante, que engaña al público en sus propias narices, tiene que terminar ya. Hay que desenmascararla, hay que denunciarla y debe ser duramente castigada, ya que en caso contrario, se cargan el chiringuito en unos años.

Así, señores, vamos mal, muy mal y, o ponemos freno a ésto, o los anti se saldrán con la suya, gracias a que el mal, ese cáncer que acabará destrozándolo todo, está en nuestra propia casa, como se ha demostrado en Priego.


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