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Tras la máscara, o el poder de una mujer. Louisa May Alcott

Publicado el 03 julio 2018 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS

Una fuerte veta feminista y de crítica social muy adelantada para su época
Tras la máscara, o el poder de una mujer. Louisa May AlcottEl catálogo de la editorial dÉpoca se ha convertido en una moderna y maravillosa cueva de Alí Babá, donde el lector deslumbrado puede encontrar los más maravillosos e ignotos tesoros. El último que nos ofrece, en su colección «delicatessen», es Tras la máscara, o el poder de una mujer, de Louisa May Alcott (1832-1888). 
Para muchos, el nombre de esta autora se identificará inmediatamente con novelas moralizantes para jovencitas. Esa reducción sería ya, de partida, muy injusta, porque incluso esa producción novelística de Louisa May Alcott -Mujercitas (la obra que, publicada en 1868, le dio fama universal), Aquellas mujercitas, Hombrecitos, Los muchachos de Jo, Una muchachita anticuada, Los primitos…- dista mucho de ser tan ñoña y simplista como muchos creen. Porque, aunque es verdad que esas obras tienen un fuerte carácter moralizante, una parte fundamental de esa moral está constituida por una fuerte veta feminista y de crítica social muy adelantada para su época (Alcott fue, por ejemplo, una decidida sufragista y defensora de la abolición de la esclavitud). Es sintomático que la feminista Simone de Beauvoir se confesase, en su autobiografía, Memorias de una joven formal, admiradora de Mujercitas. 
Sin embargo, lo que ahora más nos interesa es que Louisa May Alcott, autora prolífica de más de 300 obras, junto a esa producción literaria juvenil que le hizo universalmente conocida –y con la que consiguió sacar a su familia de la miseria a la que les habían abocado los utópicos ideales de su padre, el pedagogo reformista, Amos Bronson Alcott- tuvo también una vertiente literaria apasionante y desconocida para la mayoría del público. Se trata de unos sorprendentes relatos a los que ella calificaba de «relatos de sangre y truenos», en los que trataba cuestiones que en su época eran consideradas escabrosas e incluso censurables: thrillers de acción y misterio en lo que se adentraba en temas como las relaciones sexuales interraciales (incluso sin matrimonio), la igualdad de la mujer respecto al hombre, el incesto, el adulterio y la justificación de la venganza. 
personajes con objetivos poco edificantes
Estos relatos, que suelen inscribirse en la tradición gótica, fueron publicados bajo el seudónimo de A.M. Barnard y hasta ahora eran, lamentablemente, desconocidos por el público español. En realidad, sólo en 1942 se supo que A.M. Barnard escondía a Louisa May Alcott (aquí otra máscara, como la del relato que nos ocupa, que permitía a una mujer adentrase en terrenos vedados). 
La propia Alcott, en Mujercitas, se refirió a este tipo de novelas como “peligrosas para mentes poco formadas”. Novelas consideradas por los críticos como provocativas y de mensaje cuestionable, puesto que sus personajes están obsesionados con conseguir un objetivo, no siempre edificante. 
Tras la máscara se inscribe en el género que se ha dado en llamar domestic noir victoriano. El relato se ambienta en una mansión campestre de la Inglaterra de 1866, donde vive la familia Coventry, compuesta por una viuda con dos hijos varones, una hija adolescente y una sobrina huérfana, extraoficialmente prometida al hijo mayor; en la mansión vecina vive Sir John Coventry, el anciano y encantador tío de los jóvenes. Para hacerse cargo de la educación de la hija, llega a la casa la joven Jean Muir, que pronto se granjea el cariño y admiración de una parte de la familia, y las sospechas del resto
Desde el inicio de la narración sabemos que Jean Muir esconde secretos e intenciones muy oscuras y que está muy lejos de ser una candorosa institutriz a la manera de una Jane Eyre
No sabemos si Louisa May Alcott había leído al abate Choderlos de Laclos cuando escribió su relato, pero lo cierto es que Jean nos recuerda, en ocasiones, a la temible marquesa de Merteuil. Y también nos recuerda, más allá de la habilidosa utilización del género epistolar -que en Tras la máscara, a diferencia de las otras dos obras, es sólo un pequeño recurso-, a la lady Susan Vernon de Jane Austen, de la que si estamos seguros que Louisa no llegó a saber nada puesto que no se publicó hasta 1871. 
Las tres obras tienen como protagonistas a mujeres decididas y sin escrúpulos a la hora de conseguir sus fines. Son mujeres muy inteligentes que disfrutan manejando a quienes están a su lado, especialmente a los hombres a los que hacen sucumbir a sus encantos. Es cierto que se diferencian en que la marquesa es malvada por placer, Lady Susan por egoísmo y Jane Muir más bien por necesidad; pero las tres tienen en común que, en un mundo en el que el poder económico y legal está en manos de los hombres, deciden hacerse dueñas de sus destinos, aunque tengan que ocultarse tras una máscara que encubra sus verdaderas intenciones. 
Tras la máscara es, en definitiva, una novela muy entretenida, en la que brillan especialmente la construcción de los diferentes personajes, las estupendas descripciones y los brillantes diálogos, tan maliciosos como irónicos
Ha sido todo un placer el descubrimiento de esta asombrosa faceta de la famosa escritora norteamericana y esperamos con ganas que se nos siga dando la oportunidad de conocer algún otro de estos sorprendentes relatos de Louisa May Alcott. Y mencionar, como siempre en el caso de dÉpoca, la magnífica edición aderezada por una estupenda introducción, un esclarecedor posfacio, bellas láminas y una muy cuidada traducción
dÉpoca, 2018
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José María Sánchez Pardo

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